martes, 12 de abril de 2016

CAPITULO 61

El nudo que se le hizo a PETER en la garganta estuvo a punto de cortarle la respiración.
- No - Dando un buen trago al brandy, miró fijamente las llamas.
«¿Por qué diablos no consigo mitigar el dolor? ¿Cuánto brandy necesitaré beber para que desaparezca de una vez por todas?»
- No es mi intención criticarte, PETER, pero... ¿Consideras que beber hasta la inconsciencia es el mejor remedio a seguir? - Le preguntó PABLO con voz serena - Sea quien sea, la persona que ha intentado matarte está ahí fuera, esperando otra oportunidad. Apenas podrás defenderte si estás como una cuba.-
PETER apoyó la cabeza en el respaldo de la butaca y cerró los ojos. El fuerte licor se iba filtrando en su interior, y él estaba empezando a alcanzar el estado de vacío mental que buscaba. Tal vez el alcohol no le ayudaría a encontrarse bien, pero, por lo menos, le evitaría encontrarse tan mal. De hecho, con un poco de suerte y unas cuantas copas más, dejaría de recordar cualquier cosa que le resultara dolorosa.
- Te importa. Ella te importa, ¿Verdad? - La afirmación de PABLO, formulada con una gran delicadeza, golpeó a PETER como un jarro de agua fría - Por eso te sientes tan desgraciado.-
PETER abrió los ojos e inmediatamente se percató de su estado de embriaguez. Tres PABLO flotaban en el aire delante de él. Volvió a cerrar fuertemente los ojos.
- No sé de qué me estás hablando - Le dijo arrastrando la voz.
- Sí, lo sabes - Dijo PABLO implacablemente - No has sido el mismo desde que volviste a Londres. Estás triste, enfadado, con un humor de perros, y saltas a la más mínima contra todo el que se te acerca. No es que te merecieras ganar ningún premio de sociabilidad antes de tu estancia en Halstead, pero ahora estás insoportable, casi imposible.-
- No me adules tanto que luego no pasaré por la puerta.-
- Si te importa tanto esa mujer, ¿Por qué no vas a verla? Dile quién eres en realidad. Sé sincero con ella. Si le importabas cuando no eras más que un tutor, le encantará saber que eres un marqués y el heredero de un ducado.-
- Me detestaría por haberle mentido - Dijo PETER en tono sepulcral y desapasionado. Dio un buen trago al brandy - LALI valora la sinceridad y la honestidad por encima de todo. Créeme, PABLO, ella está mucho mejor sin mí.-
- En tu estado actual, no lo dudo. Pero está más claro que el agua que tú no estás mejor sin ella.-
- Aunque quisiera volverla a ver, no puedo. No en mi actual situación - Dijo PETER con voz gangosa y cansina - Mi vida corre peligro. Si LALI estuviera conmigo, ella también correría peligro. Si yo volviera ahora a Halstead, pondría a toda su familia en peligro. Si me siguieran, guiaría a un asesino hasta su puerta.-
PABLO lo miró fijamente, con un destello de comprensión en los ojos.
- ¡Por Dios, PETER! No sólo te importa, estás enamorado de ella, la quieres.-
PETER negó con la cabeza y se arrepintió inmediatamente de haberlo hecho cuando el movimiento le desencadenó al instante un fuerte martilleo en las sienes.
- No digas ridiculeces. El amor no es más que un conjunto de palabras biensonantes recitadas por hombres como lord Byron.-
- Tal vez pensaras eso antes, pero me apuesto lo que quieras a que últimamente has cambiado de opinión.-
James hizo un gran esfuerzo por abrir sus pesados párpados y miró el fuego. Ante él danzaban bellas imágenes, imágenes que llevaba las dos últimas semanas tratando de olvidar. Pero no lo conseguía. Por mucho que trabajara o por mucho que bebiera, no podía quitarse a LALI de la cabeza. LALI riéndose, LALI jugando con los niños, LALI leyéndole un cuento a Callie, LALI dando clases sobre Shakespeare a los chicos, LALI riñendo sin enfadarse a sus salvajes perros, LALI envolviendo a Lucy con una colcha apolillada para ocultar su vestido mojado de la mirada de Marshall Wentbridge.
No podía dejar de dar vueltas a los días que había pasado en la casa de los ESPOSITO, y se dio cuenta de que aquélla había sido la época más feliz de toda su vida. A los ESPOSITO les importaba él. No su fortuna. Le habían incluido en todos los aspectos de sus vidas, habían compartido con él cuanto tenían. Nunca se había sentido tan a gusto en toda su vida. Y todo se había acabado. Todo.
«¡Maldita sea! ¡Cómo lo echo de menos!»
PETER echaba de menos el ruido, la confusión y el caos general que reinaba en la casa de los ESPOSITO. Echaba de menos el sonido de las risas y el calor de las sonrisas que se intercambiaban en la mesa del desayuno. Echaba de menos coger la diminuta mano de Callie durante la oración de la cena. Y sobre todo, echaba de menos a LALI.
«¡Por todos los santos! ¡Cómo la echo de menos! Añoro su ternura y su bondad. Me muero por sentir el tacto de sus manos, el sabor de sus besos, la sensación de su cuerpo contra el mío, piel con piel, aquella mirada de amor y admiración brillando en sus expresivos ojos».
- Les echas de menos.-
Las palabras de PABLO reflejaron con tal precisión los pensamientos de PETER que éste no se pudo contener una risa llena de amargura. Luego tragó saliva y asintió.
- Sí.-
«Les echo muchísimo de menos. No te imaginas hasta qué punto».
Le costó un gran esfuerzo decir aquella palabra con el inmenso nudo que se le había hecho en la garganta. Tras engullir el poco brandy que le quedaba en la copa, PETER dejó con cuidado la copa junto a la garrafa que había en la mesa de caoba. Se inclinó hacia delante, apoyó los codos en las rodillas y hundió el rostro en las palmas. Se sentía vacío, triste, desgraciado, increíblemente culpable y mucho más que un poco borracho.
- Me dijo que se había enamorado de mí. Que me quería - Dijo PETER arrastrando la voz, incapaz de contener las palabras - Me dijo que no tenía por qué irme, que podía buscarme un trabajo como tutor en Halstead y ser un miembro más de la familia.-
Se pasó las manos por la cara y luego entrelazó fuertemente los dedos de ambas manos entre las rodillas abiertas, bajando la cabeza en un gesto de profunda aflicción. Súbitamente, levantó la cabeza y clavó su apagada mirada en PABLO.
- ¿Y sabes qué hice yo cuando me dijo que me quería? ¿Sabes qué le di yo a cambio de lo bien que se había portado conmigo? ¿A cambio de haberme salvado la vida? ¿De ofrecerme su amor? - Se le escapó una risa amarga - Ahora te explico lo que hice, lo que le di yo a cambio. Le robé la inocencia y me marché a la mañana siguiente. Sin una palabra. No, eso no es del todo cierto. Le dejé una carta en la que le decía que se buscara a otro hombre a quien amar.-
PABLO lo miró fijamente, visiblemente impresionado.
- ¿Comprometiste la reputación de la señorita ESPOSITO?-
- Completamente.-
PABLO miró a PETER con los ojos como platos. Abrió la boca, pero no le salieron las palabras.
- ¿Nada que añadir? - Dijo PETER con una rancia sonrisa en los labios - ¿He conseguido impresionarte?-
- He de reconocer que sí - Admitió PABLO. Tras una larga pausa, preguntó - ¿Has considerado la posibilidad de que hayas podido dejarla embarazada?-
PETER sintió como si faltara oxígeno en la habitación.
«¡Dios! ¿Cómo no he pensado en eso antes…? Porque estaba demasiado abatido para pensar con claridad». -- No, no lo había considerado.-
- ¿Y si está embarazada?-
El brandy estaba haciendo que a PETER le diera vueltas la cabeza a gran velocidad.
- No lo puedo saber. Ya haré mis averiguaciones discretamente dentro de varios meses para saber cómo está y si está esperando un hijo.-
- ¡Dios mío, PETER! Creí que era una posibilidad factible que la señorita ESPOSITO perdiera la cabeza por ti, pero debo admitir que, a pesar de mis bromas, nunca pensé seriamente que tú pudieras perderla por ella.-
- Es un ángel - Dijo PETER, arrastrando tanto la voz que apenas se le entendía. Se le cayeron los párpados y luego añadió - Hermosa LALI, del valle de heno. ¡Dios, cómo la echo de menos...!-
Su voz se fue desvaneciendo y se le desplomó la cabeza hacia un lado.
PABLO negó repetidamente con la cabeza, visiblemente sorprendido. No se podía creer que PETER estuviera reducido a un estado tan lamentable. Y estaba francamente sorprendido por lo que PETER acababa de reconocer en pleno estupor etílico.
«Debo ayudarle a recuperar la sensatez e intentar mantenerlo sobrio o, si no, sea quien sea la persona que quiere verlo muerto, seguro que logra su objetivo».
Cogió a PETER por las axilas y lo levantó de la butaca.
« ¡Dios! Pesa una tonelada. Una tonelada de peso muerto empapado en brandy».
PETER se enderezó un poco y PABLO medio lo empujó y lo arrastró escaleras arriba. Lo llevó a una de las habitaciones para invitados y lo dejó caer sin demasiados miramientos sobre la cama.
PABLO miró a su amigo con el corazón encogido y embargado por la lástima. En vista de las palabras de PETER y de su estado actual, tan impropio de él, PABLO sólo podía concluir que su amigo estaba enamorado de LALI hasta la médula. Se preguntaba cuánto tiempo tardaría él en darse cuenta. Lo único que PABLO deseaba es que no tardara demasiado.

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