¿Dónde está el resto de los ESPSOITO? - Preguntó PABLO, apoyándose en el respaldo del banco y estirando las piernas.
- LALI, Lucy y tía JUSTINA están en el pueblo, y Nathan guardando cama. Ayer se cayó de un árbol.-
- ¿Está bien? - Preguntó PABLO.
- Sí, pero el médico le recomendó guardar cama durante todo el día de hoy - A PETER se le escapó una risita - Creo que tanto encierro está matando al pobre muchacho.-
PETER miró a su amigo con curiosidad.
- Pareces estar adaptándote bastante bien a la familia - Dijo como quien no quiere la cosa - Cuando hablamos por última vez parecías opinar de los hermanos ESPOSITO que eran unos gamberros ruidosos e ingobernables.-
- Son unos gamberros ruidosos e ingobernables. Sencillamente, en cierto modo, me he acostumbrado a ellos.-
Sonrió para sus adentros, pensando en la radiante y encantadora sonrisa de Callie cuando él le dijo que aceptaba su invitación para tomar el té. A pesar de las diminutas sillas, había disfrutado, y la alegría de la pequeña le había enternecido de una forma hasta entonces desconocida para él.
- A los muchachos les falta pulir un poco los modales - Comentó PETER - Pero todos tienen un gran corazón.-
«De hecho, son maravillosos».
Deslizó la mirada hasta el paquete que PABLO había dejado en el suelo.
- ¿Son ésas las cosas que te pedí?-
PABLO asintió con la cabeza y alargó el paquete a PETER.
- Sí.-
- Excelente. Necesitaba desesperadamente varias mudas de ropa más.-
Se lamentó en silencio de la raja que se había hecho en uno de sus pantalones.
PETER arqueó una ceja.
- ¿Ah, sí? ¿Por eso me pediste que te trajera un vestido? ¿Un vestido de muselina azul claro? ¿Con zapatos y complementos a juego?-
PETER dirigió a PABLO una gélida mirada.
- El vestido es para la señorita ESPOSITO
- ¿Ah, sí? ¿Cuál de ellas? Hay varias, como tú bien sabes.-
- Es para LALI - Dijo PETER con voz tirante.
- Ah. Un regalo que se sale de lo corriente. Muy personal. Y bastante caro, para venir de un tutor. Has de saber que necesité una cantidad considerable de tiempo, esfuerzo, dinero e inteligencia para conseguir ese vestido. De hecho, casi necesito un acta parlamentaria para traértelo.-
- Por descontado, te lo pagaré, hasta el último penique – Dijo PETER gélidamente.
- Preferiría que satisficieras mi curiosidad.-
- Olvídalo, PABLO - Le avisó PETER.
- Como quieras – Dijo PABLO sonriendo - Sólo espero que ROCIO no se entere de mi compra. Si llegara a enterarse, podría tener graves problemas. ¿Cómo demonios quieres que le explique que compré el vestido para ti? Seguro que cree que tengo una amante.-
- Eres un hombre de recursos. Seguro que se te ocurre alguna excusa plausible. Ten por seguro que nunca oirá la verdad de mis labios. Ahora, cuéntame. ¿Cómo van las cosas por Londres?-
- Ha habido bastante movimiento - Contestó PABLO - De hecho, aunque no me hubieras pedido que viniera, tenía pensado venir. Uno de nuestros sospechosos, Marcus Lawrence, está muerto.-
PETER miró fijamente a PABLO.
- ¿Muerto?-
PABLO asintió.
- Suicidio. Lo encontraron en su despacho hace un par de días. Aparentemente, se metió una pistola en la boca y apretó el gatillo. El magistrado estaba a punto de levantar cargos contra él por el asunto del cargamento ilegal. Eso, junto con su ruina financiera, aparentemente le llevó al límite.-
PETER entornó los ojos.
- ¿Y cómo sabes que no fue un asesinato?-
- Al parecer, varios testigos le vieron la noche de su muerte. Estaba como una cuba, divagando sobre sus pérdidas financieras y profundamente abatido. Según explicó su mayordomo, Lawrence llegó a su casa a medianoche y se fue directo al despacho. El mayordomo oyó el disparo varios minutos después.-
- ¿Y si había entrado alguien por una ventana? - Preguntó PETER.
PABLO negó con la cabeza.
- Imposible. Sólo había una ventana y estaba cerrada por dentro. Además dejó una breve nota a su mujer, pidiéndole perdón. Sin lugar a dudas, fue un suicidio.-
- O sea que, en el caso de que Lawrence fuera nuestro hombre - Reflexionó PETER en voz alta - Entonces ya no estoy en peligro.-
- En el caso de que Lawrence fuera nuestro hombre - Asintió PABLO.
PETER miró a su amigo y una oleada de complicidad fluyó entre ambos sin mediar palabra.
- Siguiendo nuestro plan, expliqué a tu personal y a tu familia que te habías ido de viaje al continente – Informó PABLO - Nadie cuestionó mi relato, pero Gregory me ha preguntado varias veces por tu paradero exacto. Yo le he dicho que preferías mantenerlo en secreto porque estabas disfrutando de unas vacaciones íntimas con tu nueva amante.-
Al oír las palabras de PABLO, a PETER le subió por el cuello una oleada de calor. Se aclaró la garganta y dijo:
- Con Lawrence muerto, Gregory es nuestro principal sospechoso.-
- Heredar varios millones de libras, junto con numerosas propiedades y títulos nobiliarios es un buen motivo para asesinar a alguien - Afirmó PABLO.
- Pero Gregory no necesita dinero.-
- Yo no estaría tan seguro de eso, PETER. He oído que debe una cantidad considerable en el club White, y ha estado frecuentando algunos locales de juego de mala reputación. Pero, de todos modos, creo que ya va siendo hora de que vuelvas a Londres. Si Lawrence era nuestro hombre, tu vida ha dejado de estar en peligro. Si el culpable es Gregory, necesitamos desenmascararlo - Miró el torso de PETER - ¿Cómo tienes las costillas para montar a caballo?-
PETER asintió con mirada ausente.
- Supongo que bien. Pero ¿Y si nuestro hombre no es ni Lawrence ni Gregory?-
- Pues también debemos desenmascararlo - Contestó PETER - Aunque no es mi intención ponerte en peligro, no vamos a conseguir nada si te quedas aquí. Es hora de volver a casa, PETER.-
«Casa».
La realidad golpeó a PETER como una descarga eléctrica. Durante las dos últimas semanas se había involucrado tanto con LALI y su familia que casi se había olvidado de su vida en Londres, una vida que incluía a un asesino a sangre fría.
«Casa».
Una inmensa casa de ciudad en la avenida Park Lane de Londres, una casa que funcionaba a la perfección. El paradigma de la elegancia, con un personal perfectamente formado que satisfacía todas sus necesidades. Sin niños revoltosos, perros indómitos, tías sordas ni sirvientes irreverentes.
PETER asintió lentamente.
- Sí, supongo que ha llegado el momento de volver a casa.-
Aquellas palabras le produjeron una dolorosa sensación de vacío.
- Excelente. ¿Te espero mientras recoges tus cosas? ¿O prefieres que te eche una mano con la maleta? - Le preguntó PABLO mientras se levantaba.
PETER lo miró sin entender nada.
- ¿Qué has dicho?-
- Que si necesitas ayuda para preparar el equipaje.-
PETER se levantó lentamente mientras arrugaba la frente.
- No puedo irme hoy contigo, PABLO.-
PETER levantó las cajas en señal de sorpresa.
- ¿Por qué no?-
- Tengo un par de cosas pendientes antes de marcharme - Dijo PETER vagamente, molesto al darse cuenta de que se estaba empezando a sonrojar.
- ¿Como por ejemplo? - PABLO lo miró intrigado - ¡Caramba, hombre! Pero... ¡Si se te han subido los colores!-
- No es verdad - Dijo PETER irritado, mientras caminaba hacia la casa - Sencillamente no puedo marcharme hoy.-
- Está bien. Entonces mañana.-
- No puedo irme hasta pasado mañana.-
- ¿Por qué?-
- No es de tu incumbencia - Contestó PETER de malos modos, pero luego se retractó - Prometí a LALI y a su hermana acompañarlas a una fiesta mañana por la noche, de ahí que te pidiera que me trajeras el vestido. No puedo faltar a mi promesa.-
- Ya entiendo - Dijo PABLO repasándolo con la mirada - ¿Y qué tal te llevas con la señorita ESPOSITO?-
- Lucy ESPOSITO es una joven encantadora - Dijo PETER simulando haber interpretado erróneamente la pregunta de PABLO mientras aceleraba el paso.
- Lucy no es la señorita ESPOSITO a quien me refería, como tú muy bien sabes - Dijo PABLO, siguiéndole al mismo paso.
-LALI y yo nos llevamos bien - Contestó PETER con una brusquedad que habría disuadido a cualquiera de seguir haciéndole preguntas.
Pero PABLO ignoró completamente aquel tono
Subí más!
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