LALI
estaba tan enfadada, tan desilusionada, tan profundamente dolida que no
se fijó en adónde iba. Lo único que quería era alejarse de PETER lo
antes posible. Avanzó con paso airado por un sendero del jardín, echando
pestes contra PETER, hasta que sintió que la cabeza le iba a estallar.
De todos modos, estaba contenta de sentir rabia. Le impedía tirarse al
suelo, hacerse un ovillo y sumirse en la humillación y la autocompasión.
Tras varios minutos, bajó el ritmo y miró alrededor. No tenía ni idea de dónde estaba.
Se encontraba rodeada por altos setos. Estiró el cuello y vio las luces
de la mansión parpadeando a lo lejos. En plena tempestad emocional, se
había alejado bastante del edificio. Divisando un banco de mármol a unos
metros, agradeció poderse sentar un rato. No estaba en absoluto
preparada para volver a la fiesta. De hecho, tras pensarlo
momentáneamente, decidió que no volvería a la fiesta. ¿Para qué
exponerse a la humillante posibilidad de volverse a encontrar con PETER?
Y no le apetecía nada hablar con ROCIO. ¿Qué iba a decirle? Apenas
podía soportar pensar en las cosas tan odiosas que le había dicho PETER,
y no digamos repetirlas.
Hundió la cara en las manos, profundamente avergonzada.
«¡Dios mío! ¡Qué estúpida he sido!»
Creía estar enamorada de JPETER, pero, ¿Cómo podía estarlo cuando era
evidente que no le conocía? El hombre de quien estaba enamorada nunca se
habría comportado como aquel frío y amargado desconocido del jardín.
«No permitiré que me destruya. Es un mentiroso indigno de mi confianza y
de mi amor. Tengo una familia a quien querer, una familia que me quiere
y que me necesita».
Pero, por mucho que lo intentó, LALI no pudo
evitar que las lágrimas le inundaran los ojos y le resbalaran por las
mejillas. Lágrimas inútiles y desesperadas por un espejismo, un mero
producto de su imaginación, un hombre a quien había amado durante un
breve período de tiempo. Un hombre que, en realidad, no existía.
Casi todos los invitados estaban bailando o conversando. El champán y
el brandy fluían a borbotones, y más de la mitad de los presentes estaba
cerca de la embriaguez. Una figura solitaria recorrió el salón de baile
y se coló disimuladamente por las puertaventanas que daban al jardín.
Andando a paso ligero y con la cabeza gacha, se adentró en el jardín.
«Pronto estarás muerto, canalla. Entonces todo será mío, como siempre debería haber sido».
PETER se quedó mirando fijamente a la oscuridad durante un buen rato
después de que LALI desapareciera en la distancia. Tenía las entrañas en
carne viva, los nervios destrozados, el alma dolorida. Aunque llegara a
vivir cien años, jamás olvidaría la expresión de profunda desilusión
del rostro de LALI. Ni su última mirada llena de desprecio.
Sumido
en sus martirizantes pensamientos, al final empezó a descender por un
sendero, girando en la dirección contraria adonde se encontraba la
mansión. Casi era la hora en que tenía que encontrarse con PABLO, pero
necesitaba unos minutos para recomponerse y calmarse. Divisó un banco de
mármol y decidió sentarse un rato. Cerrando los ojos con fuerza,
intentó, sin éxito, borrar la imagen de LALI de su mente.
¿Cómo
diablos habían contactado ROCIO y LALI? ¿Estaba PABLO involucrado de
algún modo? PETER no tenía ni idea, pero estaba dispuesto a averiguarlo
antes de que acabara la noche. La mirada desconcertada de PETER irrumpió
súbitamente en sus pensamientos, y él dejó caer su martilleante cabeza
sobre las palmas de las manos.
- Hola, PETER - Dijo una voz procedente de la oscuridad.
PETER levantó la cabeza y miró hacia las sombras. Se le acercó una
figura. Todo su cuerpo se quedó completamente inmóvil cuando vio la
pistola apuntándole al centro del pecho
El nerviosismo de PABLO
crecía con cada minuto que pasaba. PETER llegaba tarde. La trampa
estaba tendida, los agentes de la ley, en sus puestos, pero no había ni
rastro de James en la oscuridad del jardín. Pasaron cinco minutos más,
pero el sendero del jardín seguía en silencio y desierto. El pulso de
PABLO empezó a latir con más fuerza, y un terror creciente e implacable
se adueñó de él.
«¡Maldita sea, PETER! ¿Dónde diablos te has metido?»
PETER miró fijamente el arma que le apuntaba y luego alzó la mirada
lentamente. Unos ojillos llenos de odio lo miraban fijamente. Supuso que
debería estar sorprendido, pero, en lugar de ello, sintió un raro
distanciamiento, como si, en cierto modo, estuviera observando la escena
desde lejos. Como si fuese el espectador de una extraña escena de una
obra macabra.
- Debo decir que esto no es exactamente lo que me
esperaba - Comentó en tono neutro. Miró el arma - ¿Quizá podrías tomarte
la molestia de explicarme por qué estás apuntándome con esa pistola? O
mejor, ¿Tal vez podrías tomarte la molestia de apuntar a algún otro
lugar?-
Los finos labios de la funesta figura esbozaron una maliciosa sonrisa.
- Me gusta apuntar adonde estoy apuntando. Y, en lo que respecta a por qué te estoy apuntando, es obvio. Voy a matarte.-
- Entiendo.-
PETER calculó rápidamente la distancia que los separaba y concluyó que no podría cogerle el arma sin que le disparara antes.
- No te recomiendo que intentes desarmarme. Soy una excelente tiradora. Serías hombre muerto antes de tocarme.-
- ¿Ah, sí? - Dijo PETER arrastrando la voz - No tenía ni idea de que
fueras tan buena con las armas, pero creo que tu seguridad en ti misma
es infundada. Ya me has disparado varias veces y has fallado.-
- No
fui yo, estúpido - Cada palabra era veneno puro - Esos idiotas que
contraté lo hicieron todo mal. Por eso he decidido hacerlo con mis
propias manos. Así estaré segura de que estás bien muerto.-
PETER miró teatralmente a su alrededor.
- ¿Y dónde está mi querido hermano? Ven, Gregory, sal de tu escondrijo. ¿Te has escondido entre los setos?-
Una carcajada llena de amargura rasgó el aire.
- Tu hermano no es más que un parásito borracho que vive a mi costa. No tiene suficiente cerebro para matar a nadie.-
- Entonces, ¿No estás haciendo esto por él?-
PETER la observaba atentamente, esperando una oportunidad para desarmarla. Ella lo miró como si se hubiera vuelto loco.
- ¿Por qué iba hacer algo por Gregory? Le detesto. Esto lo hago por mí.
¡Sólo por mí! Cuando hayas muerto, Gregory heredará el título y las
propiedades y yo me convertiré en marquesa. Y, cuando muera tu padre,
también seré duquesa. Los miembros de la alta sociedad dejarán de
despreciarme y rechazarme como la molesta, poco agraciada, tímida e
insignificante mujer del segundo hijo de un duque.-
Dirigió a PETER una mirada fulminante y llena de odio mientras le temblaba la voz de pura rabia.
- Me convertiré en la reina de la ciudad. Todo el mundo buscará mi
compañía, mendigará mi favor. Nadie me ignorará ni me despreciará. Nunca
volveré a tener que pasar por la humillación de ser la fea esposa de
Gregory, una mujer de quien compadecerse. Tendré poder e influencias -
Sus ojos se achinaron hasta convertirse en sendas ranuras - Y no me veré
obligada a soportar más la indiferencia de Gregory. En lugar de ello,
tendré multitud de amantes, todos ellos disputándose mis favores,
deseosos de complacerme.-
PETER se dio cuenta de que tendría más probabilidades de salir con vida si la hacía hablar.
- Dime, Melissa, si ansiabas tan vehementemente un título, ¿Por qué no
te casaste con un hombre que ostentara uno? ¿Por qué te conformaste con
Gregory?-
- No tuve otra elección. Mi padre arregló mi matrimonio.
Al principio, estaba profundamente feliz, encantada de poder escapar por
fin de mi familia. ¿No sabías que tengo tres hermanas mayores?-
- No - Respondió PETER negando con la cabeza.
- Claro que no lo sabías. Nadie lo sabe. Nadie pierde el tiempo
hablando conmigo. No soy guapa. No tengo una portentosa inteligencia ni
ningún don para la música. Soy fea y patosa y tímida y, por lo tanto,
fácilmente despreciable. Insignificante - Miró a PETER con ojos
brillantes - Mis tres hermanas son muy guapas. Guapas y con mucho
talento. Los hombres se arremolinaban en torno a ellas y mis padres les
organizaron maravillosas puestas de largo y abrieron la casa a multitud
de pretendientes. Todas pudieron elegir un buen partido.-
Melissa hizo una breve pausa para coger aire y luego prosiguió.
- Me han ignorado, apartado, aplastado, ridiculizado y ocultado durante
toda la vida. Creía que mi vida iba a cambiar cuando me casé con
Gregory, pero todavía empeoró más. Yo ya sabía que él sólo se había
casado conmigo por mi dinero, pero esperaba... - Su voz se fue
desvaneciendo y a PETER le pareció detectar el brillo de las lágrimas en
sus ojos. Pero, cuando prosiguió con su discurso, su tono de voz era
tan duro como el granito - Gregory me desprecia y aprovecha cualquier
oportunidad para demostrármelo. Me humilla pavoneándose con sus mujeres
ante mis narices, como si yo no pintara nada, como si no fuera nadie. Me
habría gustado tener un hijo, pero tu hermano ni siquiera me toca - Dio
un paso adelante - Ha cometido un error. Todos han cometido un error.
Y, después de esta noche, todo lo que siempre he deseado, todo lo que
siempre me ha sido negado, todo cuanto merezco, será mío.-
Cogió la pistola con ambas manos y la niveló con el pecho de PETER.
PETER se quedó completamente inmóvil, curiosamente con la mente en
blanco. Melissa estaba demasiado lejos para desarmarla y lo bastante
cerca como para acertar el tiro si tenía tan buena puntería como ella
decía. PETER se dio cuenta de que el pulso de su inminente verdugo era
perfectamente estable.
- ¿Quieres decir tus últimas palabras? - Dijo la mujer teatralmente.
De repente, a PETER le asaltó la imagen de LALI. Ella era lo único
bueno que le había pasado en toda la vida, y la había perdido para
siempre. La idea de luchar por su vida, una vida vacua y carente de
sentido, le llenó de resignado agotamiento. ¿Para qué luchar por una
vida que no merecía la pena vivir?
PETER esbozó una amarga semisonrisa.
- Espero que los títulos y el prestigio te hagan más feliz de lo que me han hecho a mí.-
Melissa le apuntó al corazón.
- Adiós, PETER - Dijo educadamente, con el mismo tono que podría haber empleado para preguntarle si quería una taza de té.
Y luego apretó el gatillo.
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