Una vez en el exterior, vio dos figuras en la distancia acercándose a la casa. En seguida supo que eran LALI y Callie. Se acomodó en una silla de hierro forjado para esperarlas e inspiró profundamente el aire con olor a tierra. Apoyando la cabeza en el respaldo de la silla, disfrutó del suave picor de los cálidos rayos del sol en la cara. Dentro de dos días estaría de vuelta en Londres, reanudando su vida normal, intentando dar caza a un asesino.
«Debo decirle a LALI que me voy al día siguiente de la fiesta. No puedo posponerlo más, por mucho que lo desee. Se lo explicaré esta misma tarde».
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de unas voces femeninas. Irguiéndose en la silla, PETER se protegió los ojos del fuerte sol con una mano. LALI y Callie estaban corriendo por el césped con los brazos abiertos. Incapaz de resistir la atracción que aquellas risas ejercían sobre él, se levantó de la silla y se acercó a la barandilla del patio para tener mejor perspectiva.
- ¿A que no me pillas? - Chillaba Callie, corriendo todo lo deprisa que le permitían sus cortas piernas.
- Oh, sí. ¡Ya lo creo que te voy a pillar! - Dijo LALI mientras la perseguía y simulaba estar a punto de cogerla - Esta vez no te me escaparás.-
Callie siguió dando grititos y riéndose mientras se acercaba al patio, con LALI pisándole los talones. PETER observó sus payasadas, y una extraña sensación, una indescriptible nostalgia, le embargó por completo, filtrándosele por las venas. ¿Cómo debía de ser una infancia llena de juegos y risas? ¿De abrazos y sonrisas? Le bastaba con mirar el rostro de Callie, radiante de felicidad, para saber que tenía que ser maravillosa. LALI estaba siendo una madre excelente para sus hermanos y, si sus sospechas eran correctas, los quería con una profundidad y una generosidad que él creía que no podían existir.
La mirada de PETER la buscó, siguiéndola mientras perseguía a su escurridiza hermanita simulando que la quería pillar. Se le había soltado el pelo, y sus brillantes rizos castaños flotaban tras ella en un salvaje desorden mientras corría. PETER sintió que se le agarrotaba la garganta. ¡Era tan condenadamente bonita! Una fascinante combinación de inocencia y naturalidad. Pero ya no era sólo su hermoso rostro lo que cautivaba a PETER. Era su belleza interior. Su limpia sonrisa, sus cariñosas caricias. Su corazón generoso, su paciente fortaleza. Si las cosas fueran diferentes... PETER cortó en seco sus pensamientos. Las cosas no eran diferentes. Nada era diferente. Y él debía tenerlo presente.
Las risas se hicieron más fuertes, Callie corrió a toda velocidad hacia la casa, pero, justo antes de llegar a los escalones del patio, LALI la cogió por la cintura y la levantó por los aires.
- ¡Te pillé! - Anunció LALI - ¡Ya tengo a mi preciosidad!-
Cubrió de besos la cara de Callie, y las risitas de felicidad de la pequeña resonaron en la estancia.
PETER nudo de emoción que se le había formado en la garganta. Dos pares idénticos de ojos azul claro se giraron hacia él. Su mirada se cruzó con la de LALI, y a él se le aceleró el pulso inmediatamente.
A LALI se le habían subido los colores del esfuerzo y la piel le brillaba con un intenso color rosa. La mirada de PETER descendió enseguida hasta la boca, aquella boca carnosa, seductora, que parecía hacerle señas, pidiéndole a gritos que se olvidara de dónde estaban y que la besara hasta la saciedad. Él supo que ella le había leído el pensamiento cuando se esfumó la sonrisa de su rostro y empezaron a temblarle los labios. Casi podía oírla decir: «Sí, quiero que me beses» Casi podía notar el contacto de sus labios, el sabor de su lengua...
- ¡Señor LANZANITIEL! - Callie se escabulló de los brazos de LALI y corrió hasta PETER - ¡Estamos jugando a «pillar a la chica más guapa»! Yo soy esa chica.-
Aquella dulce voz infantil rebosante de entusiasmo interrumpió la sensual ensoñación de PETER. Él miró al radiante rostro de Callie y no pudo evitar devolverle la sonrisa.
- Ya lo creo que lo eres. Y ya veo que te han cogido.-
- Esa es la mejor parte - Le confió con un susurro lleno de complicidad.
La mirada de PETER volvió a centrarse en LALI.
- Sí, me lo puedo imaginar.-
- ¿Le apetece jugar con nosotras? - Preguntó la pequeña.
Antes de que PETER pudiera contestar, intervino LALI.
- Callie, tanto correr de aquí para allá podría lastimar el hombro o las costillas del señor LANZANITIEL. Podrá jugar con nosotras dentro de una semana o dos, cuando esté completamente recuperado.-
- Tal vez – Susurró PETER mientras le invadía una profunda sensación de melancolía.
A partir de pasado mañana, probablemente no la volvería a ver nunca más.
«Díselo. Díselo».
Pero tras contemplar el sonriente rostro de LALI, radiante de felicidad, PETER no consiguió hilvanar ninguna palabra.
«Luego. Se lo diré luego».
- ¿Puedo hablar con usted a solas, LALI?
LALI se detuvo cuando se disponía a entrar en la casa. PETER estaba apoyado en la barandilla del patio, un tobillo sobre el otro y los brazos cruzados sobre el pecho. La cálida brisa le había despeinado, y el sol proyectaba sutiles reflejos en su cabello de ébano.
«¡Santo Dios! Se me hace un nudo en la garganta sólo con mirarlo», se dijo LALI para sus adentros.
Tras acompañar a Callie hasta el interior de la casa con la promesa de leerle un cuento después de la cena, LALI se reunió con PETER. Estaba a punto de sonreírle, cuando la seriedad de su mirada la paralizó.
Miró hacia abajo y se dio cuenta de que PETER llevaba en la mano un ejemplar de Gentleman's Weekly. Tuvo un mal presentimiento, y se le puso piel de gallina.
- ¿Va algo mal, PETER?-
Él la miró con una expresión insondable.
- No sé cómo preguntarte esto más que preguntándotelo. ¿Qué relación tienes con H. Tripp?-
Las palabras de PETER hicieron temblar el suelo bajo los pies de LALI y ella enderezó las rodillas para mantenerse en pie. Notó que se estaba poniendo lívida, pero hizo un esfuerzo para ocultar su angustia y su aturdimiento.
- ¿Qué me acabas de preguntar?-
- H. Tripp, el escritor, ¿Qué tipo de relación tienes con él?-
LALI empezó a darle vueltas a la cabeza, buscando desesperadamente las palabras adecuadas.
«¿Cuánto sabe? ¿Y cómo diablos lo ha averiguado?»
Tragándose la angustia y rezando porque su voz sonara serena, preguntó:
- ¿Y por qué crees que tengo alguna relación con él?-
En vez de contestarle, PETER abrió la revista y leyó.
“...cuando nació cada uno de mis hijos, mi esposa y yo lo miramos y recordamos el momento en que lo habíamos concebido. [...] Les pusimos nombres en honor al lugar donde nos habíamos amado. ¡Menos mal que ninguno fue concebido junto a un riachuelo o el pobre se habría llamado «Aguado» o «Riachuelo»!”
Cerró la revista.
- Seguro que ahora entiendes mi pregunta.-
LALI notó que estaban a punto de fallarle las piernas y se dejó caer en una silla de hierro forjado. Abrió la boca con la intención de hablar, pero no le salían las palabras. Había guardado su secreto durante tanto tiempo que no sabía cómo reaccionar. Y, si PETER se lo había imaginado, ¿Cuánto tardaría el resto de la gente en averiguarlo? Si perdía su única fuente de ingresos... Entrelazó los dedos de ambas manos sobre el regazo y apretó fuertemente hasta que los nudillos se le pusieron blancos. Aquello no podía ocurrir. Ella no lo permitiría. Pero, dadas las circunstancias, no tema ningún sentido intentar mentir a PETER.
Cogiendo aire con fuerza en señal de determinación, buscó los ojos de PETER y le miró sin pestañear.
- Yo soy H. Tripp.-
Ella esperaba que su confesión molestara a PETER o le disgustara, pero él se limitó a asentir.
- ¿Lo sabe alguien más?-
- No. El editor me ha exigido que lo mantenga en el más estricto secreto...-
- Con un buen motivo - La cortó él.
- Sí - Ella miró a PETER a los ojos en busca de alguna pista sobre sus sentimientos, pero su rostro seguía igual de impenetrable - Cuando mi padre murió, necesitábamos dinero desesperadamente. Me negaba a obligar a los chicos a trabajar cuidando niños o como personas de compañía. Los ingresos que recibo de Gentleman's Weekly me permiten mantenerlos - Restregó las palmas sudadas contra la falda - Seguro que estás bastante escandalizado.-
- No, no lo estoy.-
Ella esperaba que PETER dijera algo más, pero guardó silencio. Tal vez no estaba escandalizado, pero parecía bastante evidente que no lo aprobaba. Y la posibilidad de que su secreto se difundiera la llenaba de pavor.
- Espero que me hagas el favor de no contárselo a nadie. Mi medio de vida depende de que se mantenga mi anonimato.-
- No tengo ninguna intención de hacer nada que pueda poner en peligro tu forma de ganarte la vida, LALI. No revelaré tu secreto. Te doy mi palabra.-
LALI sintió un inmenso alivio y soltó una espiración que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba conteniendo.
- Gracias. Yo...-
- No hay de qué. Por favor, discúlpame.-
Antes de que ella pudiera decir una palabra más, PETER abrió la puertaventana y entró en la casa. LALI lo siguió con la mirada mientras se alejaba y se mordió el labio inferior para impedir que le siguiera temblando.
Aunque él no había dicho nada más, su brusca y fría despedida lo había dicho todo.
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