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Estás bastante pálido - Comentó la madre de PETER mientras lo observaba
por encima del borde del vaso de vino - ¿Estás enfermo?-
PETER miró
fijamente al otro lado de la mesa, donde se sentaba la mujer que le
había traído al mundo y enseguida se había olvidado de que tenía un hijo
salvo cuando a ella le convenía.
Estaba innegablemente estupenda, y era una anfitriona encantadora, así
como un miembro honorable de las listas de invitados de todas las
celebraciones de la alta sociedad. Pero también era el egoísmo
personificado y no se esforzaba por disimular que le traía sin cuidado
todo lo que no estuviera directamente relacionado con su persona. PETER
sabía que, en el fondo, no le preocupaba en absoluto su salud, sólo la
posibilidad de que le pudiera contagiar alguna enfermedad, obligándole a
interrumpir sus numerosos compromisos sociales.
Se percató de que
llevaba una nueva gargantilla, una gran esmeralda tallada en forma de
cuadrado flanqueada de diamantes. Obviamente, un obsequio de su último
amante, su marido hacía años que había dejado de comprarle joyas.
- Estoy bien, madre. Es muy amable de su parte preocuparse por mi salud.-
Podía palparse el sarcasmo en sus palabras, como él bien sabía, pero su madre sonrió, visiblemente aliviada por la respuesta.
- ¿Tienes las cuentas de las propiedades de Yorkshire listas para que las revise?-
PETER se volvió hacia su padre. Con cincuenta y dos años, el duque de
Moreland, alto y espigado, todavía tenía una figura imponente. Vetas
grises salpicaban su pelo oscuro, y profundas líneas enmarcaban una boca
incapaz de esbozar una sonrisa. Tenía la mirada más fría que PETER
había visto en toda su vida.
- No, necesito un día más para concluirlas.-
- Ya entiendo.-
El duque acompañó aquellas dos palabras con una larga, silenciosa y
gélida mirada que indicaba claramente su desaprobación. Volvió a
centrarse en la cena, despreciando a su hijo mayor como si le hubiera
cerrado una puerta en las narices.
PETER se dio cuenta de que aquel
breve intercambio había sido la conversación más larga que había
mantenido con su padre desde su regreso a Londres.
- He oído una
noticia interesante esta tarde en el club White - Dijo Gregory mientras
asentía para que un lacayo le sirviera otra copa de vino - El libro de
apuestas está al rojo vivo.-
La mirada de PETER recorrió la larga
mesa hasta detenerse en su hermano. El estilo de vida disipado de
Gregory estaba empezando a pasarle factura, estropeando su atractivo
rostro; la expresión somnolienta provocada por el alcohol nunca
desaparecía completamente de sus ojos. El color de sus mejillas
anunciaba un estado de inminente embriaguez. Si Gregory no fuera un
indeseable completamente inmoral, PETER hasta le tendría lástima.
- ¿Qué has oído? - Preguntó ROCIO.
- Se rumorea que el autor de una serie de relatos que se publican por capítulos en Gentleman 's Weekly es una mujer.-
PETER se quedó helado.
- ¿Qué?-
Gregory dio un sorbo a la copa, salpicando su corbata blanca de gotas de vino de Borgoña.
- ¿Suelen leer “Las aventuras de un capitán de barco”, escritas por H. Tripp en Gentleman's Weekly?-
- Ya lo creo que sí - Dijo PABLO desde la cabecera de la mesa - Tú también las lees, PETER.-
- Sí. Prosigue, Gregory.-
Claramente convencido de que tenía cautivados a sus oyentes, Gregory dijo:
- De todos los autores de los relatos por capítulos que se han
publicado en la revista, H. Tripp es el único escritor que nunca ha
aparecido en público. ¿Por qué no es miembro de ninguna sociedad de
autores? ¿Por qué no asiste a ninguna reunión social? Se especula que la
razón es que se trata de una mujer.-
- Tal vez sea tímido o esté enfermo o viva demasiado lejos - Sugirió Melissa con la boca pequeña.
Gregory fulminó a su esposa con su hosca mirada.
- ¡Vaya sugerencia tan aguda! - Se mofó con evidente sarcasmo - No me
puedo imaginar cómo podríamos proseguir la velada sin tus ocurrentes
intervenciones.-
Sendas pinceladas de roja humillación colorearon los escuálidos pómulos de Melissa mientras bajaba la mirada.
Poniendo cara de póquer para ocultar sus sentimientos, intervino PETER.
- Lo que acaba de sugerir Melissa explica con suma lógica por qué nadie ha visto nunca a H. Tripp.-
- Entonces explícame por qué el señor Timothy, editor de la revista, se
altera visiblemente cuando sale el nombre de H. Tripp en la
conversación - Le desafió Gregory - Se pone lívido y le empieza a sudar
la frente.-
Una amarga sonrisa curvó los labios de PETER.
- Tal vez el alcohol que emana de tu aliento le hace sentirse indispuesto.-
El rostro de Gregory se tiñó de rojo carmesí. Hizo el ademán de
levantarse de la silla, pero Melissa le puso la mano sobre el brazo para
retenerlo.
- Gregory, por favor, no montes una escenita.-
La atención de Gregory se centró en su esposa, a quien dirigió una mirada asesina.
- ¡Quítame la mano de encima! ¡Ahora!-
El pálido rostro de Melissa adquirió el mismo color carmesí que el de
su marido. Retiró la mano y, durante un breve instante, antes de que
volviera a bajar la mirada, PETER creyó ver un destello de odio en sus
ojos.
Gregory hizo el gesto de cepillarse con la mano la manga donde su esposa le había puesto la mano.
- Tu contacto me pone enfermo. Limítate a quedarte sentadita y a mantener tu estúpida boca cerrada.-
Los dedos de PETER se apretaron alrededor de su copa de vino.
- Ya basta, Gregory. Y, en lo que respecta a tu teoría sobre H. Tripp,
espero que no te hayas apostado más de lo que te puedes permitir
perder.-
- ¿Ah, sí? ¿Por qué motivo?-
- Porque yo conozco bastante bien a H. Tripp, y te aseguro que lleva pantalones.-
PETER supo inmediatamente por la expresión de consternación que se
dibujó en el rostro de Gregory que su hermano se había excedido en sus
apuestas. Pero la beligerancia sustituyó rápidamente a la consternación,
y Gregory lo miró con los ojos entornados.
- ¿Dónde lo conociste?-
- No estoy autorizado a decirlo.-
- ¿Y cómo sé que estás diciendo la verdad?-
- ¿Acaso estás poniendo en duda mi palabra, Gregory? - Preguntó PETER en un tono gélido y fingidamente sereno.
Los ojos acuosos de Gregory se movían nerviosamente.
- ¿Me das tu palabra de caballero?-
- Absolutamente - Dijo PETER sin atisbo de duda - De hecho, pienso
pasarme por el club en cuanto me sea posible para poner fin a esas
habladurías.-
Con una indiferencia que estaba lejos de sentir, PETER
se volvió hacia ROCIO y le preguntó sobre la fiesta que estaba
organizando, sabiendo que ella se extendería sobre los preparativos por
lo menos durante un cuarto de hora.
Se aseguraría de pasarse por el
club de camino a casa aquella misma noche para acallar aquel maldito
rumor. Nadie se atrevería a cuestionar la palabra de honor del marqués
de Glenfield.
Se dio cuenta de que probablemente aquélla era la
primera vez en toda su vida que se sentía agradecido por el título que
ostentaba.
- Una cena encantadora, PABLO - Comentó James varias horas después cuando él y su amigo se retiraron a la biblioteca.
El duque y la duquesa se habían excusado, sin duda ansiosos por
encontrarse con sus respectivos amantes, y Gregory había salido del
comedor tambaleándose y echando pestes contra Melissa, quien lo siguió
sumisamente. ROCIO se había retirado a su alcoba alegando un fuerte
dolor de cabeza. A PETER no le extrañó nada, pues a él también le latían
las sienes a consecuencia de la tensión que se podía palpar en aquella
atmósfera tan viciada.
Sirviéndose una generosa copa de brandy,
PETER se la bebió de un trago. El licor le quemó la garganta y le relajó
los tensos músculos. Enseguida volvió a servirse otra copa y se la
llevó, junto con la garrafa, a la butaca orejera que había cerca del
fuego, dejando el licor en una mesita baja de caoba, al lado del sillón.
PABLO se sirvió un dedo de brandy y tomó asiento en la butaca que había
enfrente de la de PETER. Los dos hombres permanecieron en silencio
durante varios minutos, mirando fijamente la danza de las llamas.
PABLO se aclaró la garganta.
- Si continúas bebiendo a ese ritmo, vas a acabar en un estado incluso
peor que el de Gregory al marcharse - Miró la copa de brandy que PETER
tenía en la mano - Tal vez ya lo estés.-
- Todavía no, pero ésa es mi meta - Contestó PETER.
Apuró la copa y se sirvió otra.
- Ya entiendo. Entonces, antes de que lo consigas, ¿Quieres oír mis observaciones sobre la cena de hoy?-
- Por supuesto, aunque estoy seguro de que coincidirán con las mías.-
- ¿Cuáles son las tuyas?-
- Mi hermano es un borracho ambicioso, ofensivo y endeudado que estoy
seguro de que ha deseado verme muerto por lo menos una docena de veces
durante la cena - Volvió a dar otro trago al brandy, deseoso de alcanzar
la insensibilidad - ¿Tienes algo que añadir?-
PABLO negó con la cabeza.
- No - Tras varios minutos de violento silencio, preguntó - ¿Quieres hablar sobre lo que realmente te preocupa?-
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ResponderEliminarLe preocupa q descubran a lali y no deja de pensar en ella!
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