jueves, 14 de abril de 2016

CAPITULO 65

Escuchó con sumo interés mientras LALI le hacía un breve resumen sobre los ESPOSITO, incluyendo a Grimsley, Winston y Pierre. En cuanto hubo terminado, llegó el té.
- ¿Y qué me dice de sus padres? - Preguntó la condesa, sirviendo dos tazas.
- Fallecieron los dos.-
- ¡Qué terrible desgracia! ¿Y quién cuida de sus hermanos? ¿Su tía?-
A LALI se le escapó una risita.
- No, tía JUSTINA es un amor, pero me temo que no sería capaz de cuidar de una pandilla tan movida como la que forman mis hermanos.-
- Entonces... ¿Tienen una institutriz?-
- No, sólo estoy yo. Y, por supuesto, Lucy.-
La taza de té de la condesa se detuvo súbitamente a medio camino antes de llegar a sus labios.
- ¿Se refiere a que usted está a cargo de toda la casa?-
LALI asintió, divertida ante la expresión de asombro de su anfitriona.
- A veces resulta difícil, pero no los cambiaría por nada del mundo. ¿Tiene hermanos o hermanas, milady?-
- Tengo dos hermanos - Contestó, cambiando inmediatamente de tema para volverse a centrar en LALI.
Le hizo literalmente decenas de preguntas sobre Halstead, los ESPOSITO y los intereses de LALI. A cambio, la condesa explicó multitud de divertidas anécdotas sobre el fulgurante mundo de la alta sociedad. LALI se preguntaba por qué la condesa no había mencionado todavía quiénes eran sus amigos comunes, pero era reticente a sacar el tema antes de que lo hiciera su anfitriona. No quería que la condesa pensara que era maleducada.
Cuando acabaron la segunda tetera, LALI miró por casualidad el reloj de sobremesa y estuvo a punto de volcar la taza.
- ¡Dios mío! No puede ser más tarde de la cinco, ¿Verdad?-
La condesa se rió.
- Estaba disfrutando tanto de la conversación que no puedo creerme que el tiempo haya pasado tan deprisa.-
LALI se acabó la taza y empezó a levantarse.
- He disfrutado mucho tomando el té con usted, pero debo irme. Si no, mi familia empezará a preocuparse.-
- Por favor, no se vaya todavía - Le dijo la condesa mientras la retenía tocándole suavemente el brazo - Todavía no hemos hablado de nuestros amigos comunes.-
Volviendo a tomar asiento en el sofá, LALI dijo:
- Debo admitir que, al principio, me corroía la curiosidad por saber de quiénes se trataba, pero ya hace un buen rato que me he olvidado completamente de ellos, sean quienes sean – Sonrió - Es muy extraño, pero tengo la sensación de que hace mucho tiempo que la conozco.-
La condesa le devolvió la sonrisa.
- Me ocurre exactamente lo mismo. De hecho, me encantaría que fuéramos amigas.-
Normalmente a LALI le habría desconcertado bastante la idea de entablar una relación de amistad con una dama de tan ilustre cuna. Pero, tras aquella tarde con la condesa, se sentía muy a gusto y relajada en su presencia.
- Sería un honor para mí, lady Blackmoor.-
- En tal caso, insisto en que me llame ROCIO. Todos mis amigos me llaman así.-
- De acuerdo... ROCIO. Usted puede llamarme LALI.-
- Excelente. LALI, creo que es hora de que hablemos sobre nuestros amigos comunes.-
LALI esperó, corroída por la curiosidad.
- Soy toda oídos.-
- Creo que usted conoce a mi marido.-
La curiosidad de LALI dio paso a la confusión.
- ¿Su marido?-
- El conde de Blackmoor.-
LALI sacudió la cabeza.
- Estoy segura de que no he tenido nunca ese placer.-
- Tal vez le conozca por su nombre de pila - Sugirió ROCIO.
- Es del todo improbable.-
- Se llama PABLO MARTINEZ.-
LALI miró fijamente a ROCIO, muda de asombro ante sus desconcertantes palabras. Tardó un minuto entero en recuperar la voz.
- Conozco a un señor PABLO MARTINEZ, pero debe de tratarse de una coincidencia. El señor PABLO MARTINEZ que yo conozco no es un miembro de la nobleza.-
ROCIO se levantó del sofá y cruzó la habitación hasta llegar al elegante escritorio que había en un rincón. Volvió con un cuadrito enmarcado y se lo entregó a _LALI.
- Éste es mi marido, PABLO MARTINEZ, conde de Blackmoor.-
LALI miró la diminuta pintura y sintió como si no le llegara la sangre a la cabeza. El apuesto caballero que la miraba era, sin lugar a dudas, el mismo PABLO MARTINEZ que ella conocía.
Consternada y confundida, dijo:
- No tenía ni idea de que el señor MARTINEZ fuera conde. Ni, obviamente, que usted fuera su esposa.-
ROCIO se sentó al lado de LALI y le dijo con delicadeza:
- Creo que también conoce al mejor amigo de PABLO, PETER LANZANI.-
LALI se tensó. Un dolor abrasador le atenazó las entrañas, pero consiguió hablar sin que le temblara la voz.
- Conozco a un tal señor PETER LANZANI...tiel.-
- Su nombre de pila es PETER LANZANI. No creo que lo conozca por su otro nombre.-
De repente, LALI sintió que la habitación se había hecho pequeña y que le faltaba el aire.
«¿Otro nombre?»
- Pero ¿Cuántos nombres tiene?-
«Dios mío, tengo que salir de aquí antes de que pierda el control», pensó.
- Bastantes, de hecho, pero no le voy a aburrir con su lista de títulos menores. Es el marqués de Glenfield.-
LALI la miró absolutamente confusa.
- Debemos de estar hablando de dos personas diferentes. El hombre que conocí era un tutor.-
- No. El hombre que usted conoce es PETER LANZANI, marqués de Glenfield. También es mi hermano.-
A LALI se le empezó a nublar la vista y se le cortó la respiración. Miró boquiabierta a ROCIO, completamente sin habla.
- Siento haberle dado la noticia así, tan bruscamente...-
- Debo irme - Dijo LALI, poniéndose en pie de un salto y buscando con la vista desesperadamente su ridículo.
No entendía lo que estaba ocurriendo, pero sabía que tenía que irse.
¿PETER, un marqués? ¿ROCIO, su hermana? Él le había dicho que era tutor y que no tenía familia.
«Más mentiras... Como cuando me dijo que yo le importaba».
La profundidad de su decepción le golpeó como un ladrillo en la cabeza.
«¿Tutor?»
Un sonido extraño, medio risa, medio sollozo, salió de su garganta.
«Y con razón su latín era pésimo y no sabía afeitarse. Sus formalismos, sus críticas a cómo llevo la casa... Ahora lo entiendo todo perfectamente. ¡Dios mío, probablemente son dueños de media Inglaterra! ¡Cómo debe de haberse reído de nosotros, de todos nosotros, especialmente de mí!»
LALI sintió náuseas y se apretó el estómago. No quería oír ni una palabra más. Viendo dónde había dejado el chal por el rabillo del ojo, lo cogió con un movimiento brusco y cruzó prácticamente corriendo la sala, desesperada por salir de allí.
- ¡Espere! - ROCIO corrió hacia ella y la retuvo por los hombros - Por favor, no se vaya así. He de hablarle sobre mi hermano.-
- No tengo nada que decir sobre su hermano.-
- Por la forma en que se fue, lo comprendo. Pero hay tantas cosas que usted no sabe, cosas que necesito contarle. Por favor. No tiene que decir nada. Basta con que me escuche.-
LALI se quedó de pie, clavada donde ROCIO la había detenido, agarrotada y mirando fijamente al suelo.
- Por favor - Repitió ROCIO.
Levantando la barbilla, LALI vio que ROCIO parecía muy seria y personalmente muy interesada en que se quedara. También se dio cuenta de que sus ojos marrones se parecían muchísimo a los de PETER y le estaban suplicando que no se marchara.
- ¿Sabe él que estoy aquí? - Preguntó LALI, no estando dispuesta a quedarse si había alguna posibilidad de encontrarse cara a cara con él.
- No. Ni tampoco PABLO. Nadie nos molestará.-
Sin estar convencida de no estar cometiendo un grave error, LALI volvió con desgana al sofá y se sentó.
- Está bien. Escucharé lo que tenga que decirme.-
ROCIO se sentó a su lado.
- Primero quiero darle las gracias. Le salvó la vida a PETER y le estaré eternamente agradecida.-
Alargando el brazo, tomó las manos húmedas y temblorosas de LALI y las estrechó entre las suyas.
- No entiendo nada - Dijo LALI con un hilillo de voz - Me dijo que era tutor. Me dijo que no tenía familia.-
- Alguien intenta matarlo, LALI.-
A LALI se le heló la sangre.
- ¿Qué ha dicho?-
- Alguien intentó matarlo la noche que usted le encontró. Por lo que entendí, creo que no es la primera vez que atentan contra su vida.-

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