LALI estuvo sonriendo, aunque sólo por fuera, durante toda la cena, pero por dentro, estaba furiosa. Lorelei presidía la mesa, con BENJAMI a su derecha y PETER a su izquierda. Sentada al lado de BENJAMI y prácticamente enfrente de PETER, LALI observó, sumida en la desdicha y la desesperación, cómo Lorelei coqueteaba descaradamente con este último durante toda la cena, sonriéndole con los ojos y apretando su escandaloso escote contra su brazo. Pero lo que más le dolía de todo era que PETER también estaba coqueteando con ella. Aquella encantadora y devastadora sonrisa dirigida a Lorelei, aquellos ojos verdes que la miraban con sensualidad y admiración, hicieron que a LALI le entraran ganas de gritar.
Intentaba negárselo a sí misma, pero estaba celosa. Completa, absoluta y desagradablemente corroída por los celos. Cada vez que la risa ronca pretendidamente seductora de Lorelei llegaba a los oídos de LALI y cada vez que oía el sensual rumor de la voz rasgada de PETER, LALI tenía ganas de romper algo. Nunca se había sentido tan mal y tan fuera de sitio en toda su vida.
Desesperada, se volvió hacia BENJAMI, incapaz de seguir escuchando u observando a PETER y Lorelei durante más tiempo. BENJAMI estuvo divertido, solícito y muy pendiente de ella durante toda la cena. LALI habló brevemente con Marshall, pero Lucy estaba sentada al otro lado del médico, de modo que la atención de Marshall estaba en otra parte.
LALI hizo un esfuerzo por disfrutar de aquella suntuosa comida, que constaba de faisanes a la brasa, guisantes a la crema y surtido de pescado, pero todos aquellos manjares no le supieron a nada. Por puro orgullo, se esforzó en conversar con BENJAMI, pero su corazón estaba en otra parte.
Por el rabillo del ojo, vio cómo Lorelei deslizaba lentamente un dedo por la manga de PETER y que él respondía a su gesto rozando la copa de su solícita acompañante con la suya. No. El corazón de LALI estaba, sin lugar a dudas, en otra parte. Y se le estaba haciendo añicos.
Tras la cena, había baile en el salón. Mientras los invitados estaban comiendo, los sirvientes habían retirado los muebles y se había instalado una orquesta de tres músicos en una esquina del gran salón.
BENJAMI tendió la mano a LALI.
- ¿Me concedes el honor de este baile, LALI?-
A LALI no le apetecía nada bailar. Quería irse a casa. Quería despojarse de aquel maldito vestido y lanzárselo a la cara al sinvergüenza que se lo había regalado.
Forzando una sonrisa, contestó:
- Por supuesto.-
Tomó la mano de BENJAMI y bailaron una cuadrilla. LALI consiguió olvidar momentáneamente el enfado mientras se concentraba en los pasos del intrincado baile. Al acabar de bailar, BENJAMI se separó de ella para ir a buscarle un ponche.
Los ojos de LALI inspeccionaron el salón. Una sonrisa iluminó sus labios cuando divisó a Lucy y a Marshall riéndose juntos cerca de la orquesta. Lucy irradiaba felicidad, y LALI se alegró sinceramente por ella.
La mirada de LALI siguió vagando por el salón hasta que se detuvo, por casualidad, en las puertaventanas. La sonrisa se le petrificó cuando vio a PETER saliendo sigilosamente por la puerta que conducía a los jardines. Segundos después, tras dirigir una rápida y disimulada mirada al salón, Lorelei se coló por la misma puerta.
- Ahí la tienes - Murmuró LALI en voz baja.
Tan enfadada que apenas podía hablar y tan dolida que apenas podía respirar, se abrió paso por el salón hasta el rincón donde se encontraban Lucy y Marshall.
- ¿Marshall, sería tan amable de acompañar a Lucy a casa esta noche? Me siento indispuesta y preferiría retirarme.-
Una mirada de preocupación se dibujó inmediatamente en el rostro de Marshall.
- Está un poco pálida - Ratificó Marshall - ¿Es el estómago? ¿Quiere que le traiga una infusión?-
LALI negó con la cabeza, desesperada por salir de allí cuanto antes.
- No, gracias. De hecho, es la cabeza.-
«Mejor dicho, el corazón».
- Ya me prepararé una infusión al llegar a casa. Sólo necesito saber si usted se encargará de que Lucy llegue a casa sana y salva.-
- Te acompaño - Dijo Lucy enseguida, visiblemente preocupada.
LALI se volvió hacia Lucy y le cogió las manos.
- Por favor – Imploró - Quiero que disfrutes de la fiesta. Pero yo debo irme - Su voz se convirtió en un angustiado susurro - Debo irme.-
«Ahora. Inmediatamente. Antes de que me ponga a llorar y haga el ridículo».
- Te acompaño hasta la puerta - Dijo Lucy, tomando a LALI del brazo.
Anduvieron hasta el vestíbulo, donde esperaron a que el lacayo les trajera la calesa.
- Sé lo que te molesta tanto, LALI. Ya he visto cómo esa insoportable coquetea descaradamente con el señor LANZANITIEL. Pero eso no significa que él...-
- Están fuera, en el jardín, juntos - Dijo LALI con un susurro entrecortado.
- Oh, LALI.-
Lucy la rodeó con ambos brazos y le dio un fuerte abrazo. LALI casi sonríe cuando oyó decir a su hermana una palabrota de la cosecha de Winston.
- Disfruta de la compañía de Marshall - Dijo LALI, separándose de Lucy - Quiero que mañana me lo cuentes todo con pelos y señales.-
El lacayo anunció la llegada de la calesa, y LALI se dirigió rápidamente hacia la puerta de salida. Se subió al asiento, cogió las riendas y partió como alma que lleva el diablo. No permitió que le cayeran las lágrimas hasta que estuvo lejos de la casa de Lorelei Smythe.
- ¿Dónde está LALI? - Preguntó PETER a Lucy casi media hora más tarde.
Había salido a fumarse un puro y casi inmediatamente se encontró en compañía de Lorelei. PETER reprimió una palabrota. Aquella mujer no sólo era molesta y aburrida, sino que encima era tenaz. Le recordaba a las mujeres de la ciudad a quienes tanto detestaba. Había tolerado su compañía durante la mayor parte de la velada, pero ya había tenido suficiente. Siguió fumando, ignorando su vacua conversación, y se deshizo de ella con brusquedad, antes de haberse fumado siquiera medio puro. En cuanto entró en el salón, sus ojos inquisidores buscaron a LALI, pero no la pudo encontrar. Divisó a BENJAMI en la otra punta del sajón, pero no había ni rastro de LALI. Finalmente, se acercó a Lucy, que estaba sola junto a una ventana.
- Me sorprende que se atreva a preguntarme por el paradero de LALI, señor LANZANITIEL - Contestó Lucy con voz gélida.
PETER la miró fijamente, sin poder ocultar su sorpresa ante aquel gélido tono.
- ¿Y por qué le extraña tanto?-
Lucy le dirigió una mirada inequívocamente reprobatoria.
- Quizá porque, hasta ahora, llevaba toda la noche ignorándola completamente y parecía encontrarse bastante a gusto haciéndolo.-
- Estaba bien acompañada - Dijo PETER con la boca pequeña.
- La ha humillado delante de esa odiosa mujer - Dijo Lucy echando fuego por los ojos - LALI sólo le ha dado bondad. ¿Cómo ha podido ser tan cruel con ella?-
A PETER le embargó un intenso sentimiento de culpa. No había sido su intención hacerla sufrir. Sólo había intentado hacer lo que él creía que era mejor para ella. Mantenerse alejado y dejar que otro hombre -un hombre que no la iba a abandonar- se fijara en ella.
- Le aseguro que no era mi intención hacerla sufrir.-
- Pero lo ha hecho. Le ha hecho mucho daño.-
- Dígame dónde está. Quiero pedirle disculpas.-
- Se ha ido.-
PETER miró a Lucy fijamente.
- ¿Qué?-
- Se ha ido. Supongo que no se dio cuenta de su marcha porque estaba demasiado ocupado en el jardín con la señora Smythe - Miró a PETER de arriba abajo con evidente deprecio - Sinceramente, señor LANZANITIEL, me ha sorprendido. Hasta esta noche, le tenía por un hombre bueno, considerado, un hombre digno de la admiración de LALI. Es obvio que estaba equivocada.-
Se volvió para alejarse, pero James la retuvo cogiéndola del brazo.
Lo cierto es que le había sorprendido mucho el breve discurso de Lucy. Al parecer, estaba destinado a recibir duras reprimendas de las hermanas ESPOSITO. Pero su sorpresa quedó eclipsada por la profunda y dolorosa sensación de pérdida que le invadió inmediatamente. Le molestaba tremendamente que Lucy le estuviera mirando como si fuera un perro abandonado. Debía de estar realmente enfadada para hacer semejante exhibición de genio. Y la mera idea de que LALI estuviera sufriendo por su culpa, de que ya no le tuviera en tan alta estima, le oprimía el pecho y le llenaba de remordimientos. Le dolía muchísimo que cualquiera de aquellas dos mujeres pudiera pensar mal de él, especialmente LALI.
- No estaba equivocada - Contestó él dulcemente - Le aseguro que tengo a su hermana en la más alta estima y que jamás le haría daño a propósito.-
La mirada de Lucy no se suavizó ni un ápice.
- Entonces, ¿Por qué...?-
- No lo sé - Una sonrisa de arrepentimiento apareció en el rostro de él - Soy un imbécil.-
Lucy lo miró sin parpadear, con expresión implacable.
- No pienso llevarle la contraria - Dijo con brutal sinceridad - Pero se lo está explicando a la señorita ESPOSITO equivocada - Se liberó de los dedos de PETER con un ademán brusco - Ahora, por favor, discúlpeme.-
Bieeen lucy! Más
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