LALI abrió la boca con la intención de darle las gracias por el regalo, pero se quedó sin palabras al contemplar la multitud de costras que salpicaban la mandíbula de James.
- ¡Santo Dios! ¿Qué te ha pasado en la cara?-
A PETER se le escapó una risita de arrepentimiento.
- Me he afeitado.-
- ¿Te has hecho daño?-
- Sólo a mi orgullo. Me temo que afeitarme no es una actividad en la que destaco.-
- Entonces, ¿Por qué?... - Su voz se desvaneció cuando cayó en la cuenta del motivo - ¿Te has afeitado por lo que te dijo tía JUSTINA?-
Él se encogió de hombros.
- Tal vez. Y Andrew me había pedido que le enseñara a afeitarse. Me temo que el pobre ha acabado con la cara tan llena de cortes como yo, pero, al fin y al cabo, nos las hemos arreglado bastante bien.-
LALI se derritió por dentro.
«¡Dios mío, es encantador! Destrozarse la cara para complacer a una anciana y a un adolescente».
Por un momento, se preguntó por qué sería tan poco hábil en una actividad tan típicamente masculina que probablemente llevaba años realizando, pero no le dijo nada. Era evidente que a PETER le avergonzaba su falta de habilidades, y ella no tenía ninguna intención de hacerle sentirse violento.
Poniéndole la mano en la manga, le dijo:
- Por favor, déjame ayudarte la próxima vez. Me estremezco con sólo pensar en que tú o Andrew podrían rebanarse el cuello en el intento.-
- Te tomo la palabra.-
LALI notó que le subía una oleada de calor por el cuello y supo que se estaba sonrojando.
- PETER, he encontrado el vestido. Es el vestido más bonito que he visto en mi vida... Que jamás podría llegar a imaginar. Nadie me había hecho nunca un regalo tan maravilloso, o que se sale tanto de lo corriente - Al pensar en las medias y la ropa interior, se sonrojó todavía más - No sé qué decir, o cómo agradecértelo.-
PETER le tocó suavemente la cara con un dedo.
- No hace falta que me digas nada, y me lo puedes agradecer poniéndotelo mañana por la noche en la fiesta de la señora Smythe.-
- ¿De dónde lo has sacado? ¿Cómo lo has conseguido? ¿Por qué?-
- Escribí a PABLO, le expliqué con sumo detalle lo que quería y él me lo ha traído hoy. En lo que se refiere al porqué, bueno, supongo que tenía ganas de que tuvieras un vestido que no fuera marrón o gris. Quería que estuvieras tan hermosa como eres. Me preguntaba cómo te sentaría un vestido del color de tus ojos.-
A LALI se le escapó una risita nerviosa.
- Espero no decepcionarte.-
PETER negó con la cabeza y la miró fijamente con ojos sombríos y serios.
- Tú nunca podrías decepcionarme, LALI.-
Al oír aquellas palabras, LALI se sintió la mujer más afortunada del mundo. Antes de que ni siquiera pudiera pensar en la respuesta, él se inclinó hacia delante con la mirada fija en su boca.
«¡Dios mío! Va a besarme. Aquí, en medio del vestíbulo».
Con el corazón desbocado, ella levantó el rostro. Sólo les separaba una respiración. Estaba...
- ¡Que me aten a la lancha salvavidas y me tiren al mar! - Bramó Winston.
LALI jadeó y dio un paso atrás para separarse de PETER con tal rapidez que casi tropieza. Se dio la vuelta y respiró aliviada al ver que el ex marinero se estaba peleando con varias cajas que bloqueaban la visión del vestíbulo.
Winston se percató de la presencia de LALI y PETER.
- ¿Tiene un minuto, señor LANZANITIEL? Estas cajas no pesan, pero son grandes, y no sé dónde se ha metido ese enclenque saco de huesos.-
- Me encantaría ayudarle - Dijo PETER. Se giró hacia LALI- ¿Adónde ibas?-
- Al establo. Pensaba sacar a Pericles a dar un paseo.-
«¡Santo Dios! Ha estado a punto de besarme en el vestíbulo a plena luz del día».
Pero todavía le sorprendía más el hecho de que ella había deseado desesperadamente que lo hiciera. Si Winston no les hubiera interrumpido, probablemente ella se habría colgado de su cuello y lo habría besado hasta olvidarse de su propio nombre.
- Ayudaré a Winston y luego iré a ver cómo te va. Que disfrutes de la cabalgada.-
- Gracias - Intentando disimular su azoramiento, LALI se dirigió hacia la puerta.
«Casi nos besamos en el vestíbulo. ¡Por el amor de Dios! He perdido la cabeza. Callie casi nos cogió in fraganti ayer por la noche, un error que me juré no repetir, y ahora he estado a punto de hacer lo mismo».
Negando con la cabeza, se recordó a sí misma que se suponía que estaba intentando mantenerse alejada de James, una misión que parecía ser incapaz de cumplir durante más de dos segundos seguidos. Cuanto más lo conocía y más tiempo pasaba con él, más insoportable se le hacía la idea de su partida.
«¡Que Dios me ayude! ¡Quiero que se quede! Pero él pronto tendrá que reemprender su vida».
Fue entonces cuando LALI descubrió que, a pesar de sus mejores intenciones, nunca aprendería a dejar de desear lo que no podía tener.
Tras ayudar a Winston con las cajas, PETER fue al establo, pero no había ni rastro de LALI o Pericles. Volvió a entrar en la casa, fue a la biblioteca y cogió un número atrasado de Gentleman's Weekly. Sentándose cómodamente en el sofá de brocado, buscó la página de “Las aventuras de un capitán de barco”. Estaba a medio relato, cuando un párrafo le hizo detenerse súbitamente. Volvió a leerlo, seguro de que le estaban engañando los ojos.
“- No hay nada más maravilloso que los hijos - Dijo el capitán Haydon a su tripulación - Cuando nació cada uno de mis hijos, mi esposa y yo lo miramos y recordamos el momento en que lo habíamos concebido - Su risa retumbó en la calma de la brisa marina - Les pusimos nombres en honor al lugar donde nos habíamos amado. ¡Menos mal que ninguno fue concebido junto a un riachuelo o el pobre se habría llamado «Aguado» o «Riachuelo»!-“
Miró fijamente la página, boquiabierto, mientras las piezas empezaban a encajar.
«¿Aguada?»
¿Elegir el nombre de los hijos en honor al momento en que fueron concebidos..? H. Tripp, Tripp ESPOSITO, capitanes de barco, las indagaciones de PETER sobre la situación financiera de los ESPOSITO...
«¡Maldita sea! Si ESPOSITO no es la autora de los relatos, desde luego tiene alguna relación con ellos».
¿Era así como mantenía a toda la familia? ¿Vendiendo relatos basados en las experiencias de su padre a Gentleman's Weekly?
PETER recordó la conversación que habían mantenido sobre “Las aventuras de un capitán de barco”. LALI se ofendió cuando él cuestionó las habilidades literarias de H. Tripp. Y reconoció que se leía todos los relatos. Por supuesto que los leía, los escribía ella misma. O, por lo menos, ayudaba a alguien a escribirlos.
Empezó a dar vueltas a las implicaciones de todo aquello. Era evidente que LALI tenía que mantener en secreto su participación en los relatos. Gentleman' s Weekly era la revista de mayor prestigio entre los miembros masculinos de la alta sociedad. Cada lord que PETER conocía la leía asiduamente, de cabo a rabo. Si los preciados miembros de la aristocracia llegaran a descubrir algún día que los relatos por capítulos de su revista favorita eran obra de una mujer, se escandalizarían y horrorizarían, aparte de dejar de comprar inmediatamente la revista. Un escándalo de ese calibre arruinaría a la revista... Y dejaría a la familia de LALI sin lo que PETER imaginaba que era su única fuente de ingresos.
Debería haberse escandalizado. Que una mujer vendiera relatos a una revista para hombres era algo que estaba fuera de toda norma, algo completamente inaceptable. Pero, de algún modo, la admiración superaba con creces la conmoción que le había provocado aquel descubrimiento. Cuando tuvo que enfrentarse a circunstancias adversas, LALI había sabido encontrar la forma de sacar adelante a su familia. Pero, ¿Era LALI el mismo H. Tripp, o simplemente la asesora del verdadero autor de los relatos? La imperiosa necesidad de conocer la respuesta a aquella pregunta sorprendió a PETER. Necesitaba ver a LALI, hablar con ella. ¿Sería capaz de leer la verdad en sus ojos? Sólo había una forma de averiguarlo. La forma en que LALI se ganaba la vida no era de su incumbencia, pero no podía aplacar la imperiosa necesidad de saber la verdad.
Decidido a hablar con LALI, se dirigió hacia la terraza. En el vestíbulo se encontró a Grimsley echando una cabezada en una butaca. Dos semanas antes, la visión de un sirviente durmiendo en el vestíbulo le habría enfurecido y consternado. Pero en aquel lugar y en aquel momento, le parecía, en cierto modo, apropiado. Intentando no hacer ruido para no molestar a Grimsley, PETER se dirigió hacia la puerta que daba al jardín, moviendo repetidamente la cabeza en gesto de negación. Lacayos miopes durmiendo en el vestíbulo, groseros ex marineros vociferando por los pasillos, cocineros lanzando por los aires cazos y sartenes, niños revoltosos rebosantes de energía... La casa de los ESPOSITO y sus ocupantes eran lo más opuesto a aquello a lo que él estaba acostumbrado. Pero, aunque al principio se había sentido aturdido ante aquel caos, ahora sabía que aquel caos no era más que otra forma de llamar al paraíso. Y le iba a resultar muy duro tener que marcharse de allí.
Mas!!!
ResponderEliminar