- ¿Lo dices en serio? A ver... ¿Por dónde iba? Ah sí, la señorita ESPOSITO. Un cutis perfecto, y su pelo... Todos esos rizos largos, tupidos y resplandecientes. ¿He mencionado ya lo carnosos que tiene los labios y lo sensuales y curvilíneas que...?-
- Ya basta - Lo interrumpió PETER, dirigiendo a su amigo una mirada de advertencia.
El hecho de que PABLO se hubiera fijado en las seductoras curvas y los sensuales labios de LALI le molestaba inexplicablemente.
- ¿Puedes hacer el favor de recordar con quién estás hablando? Soy el hermano de tu mujer. No creo que a ROCIO le hiciera ninguna ilusión oírte ensalzar los atributos físicos de otra mujer.-
PABLO adoptó una expresión de fingida inocencia.
- Sólo estaba señalando lo evidente. No pretendía ser ofensivo. Sabes lo mucho que quiero a tu hermana. Pero me sorprende un poco que, después de pasar una semana entera en compañía de la señorita ESPOSITO, no te hayas dado cuenta de cosas que la mayoría de los hombres, incluyendo los felizmente casados como yo, no pueden evitar percibir inmediatamente. De hecho, no salgo de mi asombro. ¿Cómo es posible que tú, uno de los más notables conocedores de la belleza femenina de todo Londres, no te hayas percatado de los evidentes atributos de la señorita ESPOSITO?-
PETER apretó los dientes para no dejarse picar por PABLO y siguió caminando. Por supuesto que se había percatado de los atributos de LALI ESPOSITO. De todos y cada uno de ellos. La tarde anterior había estado paseando por el jardín, deteniéndose frecuentemente para descansar, cuando se encontró a LALI arrodillada en el suelo, arrancando malas hierbas de un lecho de flores. Cuando ella le sonrió, a él se le puso la boca como un zapato. El sol crepuscular brillaba tras ella, bañándola con suaves y cálidos matices naranjas y dorados. Varios mechones de pelo castaño se le habían soltado del moño, rodeando su rostro como un delicado halo, y tenía un poco de tierra en una de sus mejillas de porcelana. PETER la había repasado con la mirada y, a pesar de su aspecto desaliñado y su atuendo tan poco favorecedor, había experimentado una reacción corporal inmediata.
- Cuidar de todos esos niños es una gran responsabilidad para una mujer joven y soltera - Comentó PABLO, distrayendo súbitamente a PETER de sus pensamientos y devolviéndolo al presente - Supongo que habrá heredado una buena suma de dinero para mantener la casa y alimentar a toda la familia.-
- No lo sé. Su padre era capitán de barco. Eso creo.-
PABLO arrugó la frente.
- ¿Capitán de barco? ¿ESPOSITO? Por casualidad, ¿No sería su padre el famoso Tripp ESPOSITOt?-
PETER se encogió de hombros.
- Podría ser. ¿Quién era Tripp ESPOSITO?-
PABLO lo miró fijamente, con evidente asombro.
- Sólo uno de los más legendarios capitanes de barco que han surcado los mares. ¿No has oído hablar de sus hazañas?-
PETER rebuscó en su memoria y luego asintió lentamente con la cabeza.
- Sí, creo que es posible que haya oído hablar de él, pero hace bastante tiempo que no oigo nada sobre él.-
- Si no me falla la memoria, murió hace algunos años a consecuencia de unas fiebres que contrajo en el trópico.-
- El padre de LALI murió hace tres años.-
- Debe de tratarse del mismo hombre - Dijo PABLO - ESPOSITO no es un apellido muy frecuente. Creo recordar que era un personaje bastante pintoresco.-
En aquel momento, los dos hombres fijaron la atención en la imagen de LAI saliendo del establo; llevaba a Pericles de las riendas. Se detuvo y ofreció una manzana al caballo; éste le fue dando mordiscos delicadamente mientras LALI la sostenía en una mano y luego restregó suavemente el hocico contra el cuello de LALI. Ella se percató de que los dos hombres la estaban observando y les hizo señas con la mano.
PABLO contemplaba la escena mudo de asombro.
- ¿Veo lo que creo que estoy viendo?-
PETER no pudo evitar reírse ante la expresión de estupor de su amigo:
- ¿Te refieres a que LALI ha convertido a mi formidable semental en un perrito faldero? Los ojos no te engañan, PABLO. Ayer presencié una escena similar y me quedé helado. Parece ser que esa joven tiene mano con los caballos. Hasta ha montado a mi «bestia».-
- ¡Por Dios, PETER! ¿Y no temes que le haga daño?-
- Míralo. Se derrite en sus manos. Y hasta parece estar haciendo sombra al caballo de los ESPOSITO.-
Observó cómo Pericles se quedaba completamente quieto mientras LALI se arrodillaba para examinarle la pata delantera.
- Puesto que no temo que le haga daño, tiene carta blanca para cuidar de él.-
Una lenta sonrisa iluminó el rostro de PABLO mientras LALI conducía el inmenso semental hacia el prado.
- Esa mujer se sale de lo corriente, PETER.-
- Sí, supongo que sí.-
- Me muero de ganas de saber qué vas a hacer al respecto.-
A PETER se le tensó la espalda al oír aquellas palabras.
- No tengo intención de hacer nada al respecto, te lo puedo asegurar - Dijo en tono cortante.
- Ya lo veremos - Dijo PABLO riéndose entre dientes - Ya lo veremos.-
Cuando los dos hombres llegaron a la casa, LALI sirvió un refrigerio al señor MARTINEZ mientras PETER se excusaba para cambiarse de ropa.
Mientras servía el té, LALI estudió disimuladamente al amigo de PETER y tuvo que admitir para sus adentros que le gustaba lo que veían sus ojos. PABLO MARTINEZ no sólo era agradable a la vista, sino que además era cordial y de fácil trato. El pelo, castaño claro, le caía sobre la frente confiriéndole un aire juvenil. Los ojos, color avellana, se le achinaban cuando sonreía. De hecho, era casi tan atractivo como el señor LANZANITIEL. Casi.
- Tenga, señor MARTINEZ - Dijo LALI alargándole un platito y una taza - ¿Ha disfrutado del paseo por el jardín?-
- Muchísimo. Y debo decirle, señorita ESPOSITO, que tengo con usted una profunda deuda de gratitud por haber hecho lo que ha hecho por PETER. Le ha salvado la vida.-
Ella intentó quitarse mérito.
- No hice más de lo que habría hecho cualquiera. Fue un gran alivio para mí que el señor LANZANITIEL sobreviviera. Tenía mis dudas al respecto.-
- ¿Qué tal están sus heridas?-
- Se están curando muy bien. Le he cambiado los vendajes esta mañana. Ha sido una verdadera suerte que no se lesionara ningún órgano interno.-
- Desde luego. Dígame, señorita ESPOSITO, ¿Recuerda el lugar exacto donde encontró a PETER?-
- Por supuesto.-
Ella describió la localización con todo detalle mientras el señor MARTINEZ la escuchaba atentamente.
Tras pasarle una bandeja llena de pastelitos, comentó:
- MARTINEZ es un apellido muy interesante. Según la etimología germánica significa «consejero de guerra», pero según la latina «de negro destino».-
PABLO levantó las cejas.
- ¿Ah, sí? No tenía ni idea - Una leve sonrisa arqueó sus labios - Me quedo con la etimología germánica.-
Ella le devolvió la sonrisa.
- No me extraña.-
- ¿Estudia el origen de los nombres?-
- Sí, es una afición que tengo.-
- ¿Y qué significa mi nombre de pila? - Le preguntó con ojos rebosantes de curiosidad.
- PABLO significa «juicioso, sensato».-
- ¡Menos mal! Con un apellido que significa «de negro destino», necesitaba recibir buenas noticias.-
- Desde luego - Asintió LALI, y los dos se rieron.
- Dígame, señorita ESPOSITO - Dijo PABLO cuando cesó el alborozo - ¿No sería su padre, por casualidad, el capitán Tripp ESPOSITO?-
A LALI le embargó una sensación de satisfacción y sorpresa al mismo tiempo.
- Sí. ¿Conocía usted a mi padre, señor MARTINEZ?-
- No, pero oí muchas cosas sobre él. Tengo entendido que era un hombre increíble.-
- Ya lo creo - Contestó ella a pesar del nudo que se le acababa de hacer en la garganta - El más increíble. Todos le echamos de menos... Terriblemente.-
- ¿A quién echan de menos? - Preguntó PETER uniéndose a la conversación - Seguro que a mí no. Sólo me he ausentado durante un par de minutos.-
- Estábamos hablando de mi padre... - Empezó a decir LALI, pero su voz, junto con su sonrisa, se esfumó cuando levantó la vista.
Vestido con una camisa de un blanco resplandeciente y pantalones de montar de ante que le iban como anillo al dedo y acentuaban su corpulenta complexión, PETER le robó el aliento. Ya no parecía un herido, sino que, con aquellos vendajes y aquella barba de una semana que le confería un aire atormentado, le recordaba a un oscuro y peligrosamente atractivo pirata.
LALI lo repasó de arriba abajo con la mirada varias veces. Durante aquellos segundos, un inquietante hormigueo recorrió todo su cuerpo.
«¡Santo Dios! Es imponente», pensó.
Cuando, por fin, lo miró a los ojos, vio que él la estaba observando, con una sonrisita divertida en los labios. Notó que le quemaban las mejillas y se forzó a fijarse en la taza de té.
«Seguro que está pensando que soy una imbécil rematada, mirándolo como si fuera un manjar y estuviera muerta de hambre.»
Recordando sus obligaciones como anfitriona, abrió la boca para ofrecer a PETER una taza de té, pero, antes de que pudiera decir una palabra, unos fuertes gritos rasgaron el aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario