Apretó
el paño húmedo contra la ardiente piel del herido y se permitió
recorrer su rostro con la mirada. El grueso vendaje blanco que llevaba
en la frente contrastaba con el azabache de su cabello. Los rasguños y
moretones se estaban curando satisfactoriamente, pero ni siquiera las
magulladuras conseguían ocultar el increíble atractivo de sus rasgos.
La barba de una semana oscurecía su recia mandíbula, confiriendo a su semblante una variedad de interesantes sombras. Sus marcados pómulos acentuaban la rectitud de su nariz, y LALI se imaginó que aquel hombre debía de ser bastante espectacular, con aquellos labios tersos, carnosos y curvados hacia arriba en una bonita y sutil sonrisa. Se preguntó por enésima vez de qué color tendría los ojos, cubiertos por aquel tupido abanico de pestañas oscuras que contrastaban con la palidez de su cutis. Ni en sus sueños más salvajes había visto a un hombre tan devastadoramente atractivo.
LALI volvió a humedecer el paño y lo pasó con delicadeza por el cuello del herido hasta llegar al hombro izquierdo. Tenía las costillas cubiertas por un apretado vendaje, pero la parte superior del tórax y los hombros estaban al descubierto, con la sábana blanca a la altura de las axilas. La densa mata de pelo oscuro que le cubría el ancho tórax hizo cosquillas a LALI en las yemas de los dedos cuando le pasó el paño por el pecho. Mientras deslizaba la mirada por su larga figura, notó que se le calentaba la cara al recordar la visión de aquel cuerpo, que ella sabía desnudo, bajo la sábana.
Ayudada por Grimsley y Winston, LALI había quitado al herido los restos de las ropas, sucias y destrozadas, la noche en que lo habían llevado a casa. LALI conocía bien la anatomía masculina. Había criado a sus hermanos menores, un par de traviesos muchachos a quienes hasta hacía poco les encantaba nadar desnudos en el lago. Sin embargo, existía una notable diferencia entre los cuerpos adolescentes y juveniles de sus hermanos y el del hombre que estaba acostado en la cama de su padre. Tras la primera noche, Grimsley o Winston se habían encargado de la higiene íntima del herido, pero LALI no podía quitarse de la cabeza la visión de su cuerpo desnudo. Incluso cubierto de rasguños y moraduras, era hermoso, como un dios griego esculpido en mármol. Escultural, musculoso y perfectamente formado.
Forzándose a abandonar aquellos turbadores pensamientos, LALI cambió a su paciente el vendaje que le cubría la herida del brazo. Era una estupidez encontrar atractivo a aquel desconocido. Él pertenecía a otro lugar. Sin duda, su familia estaría muy preocupada por él. Hasta era posible que estuviera casado, aunque no llevaba anillo.
LALI se dio un toque de atención a sí misma. Hacía tres años que no sentía el menor interés por un hombre. Pero no se podía permitir hacerse falsas ilusiones, habiendo aprendido hacía mucho tiempo la inutilidad de desear cosas que uno no puede tener.
Se abrió la puerta y Lucy entró en la habitación con una bandeja donde llevaba el té y la cena de LALI. Ante la atenta mirada de su hermana, LALI se sentó en el sofá y dio un mordisco a un apetitoso pastel de carne. Cuando dio un sorbo al té, se le escapó un suspiro de placer. El reconfortante consuelo de la comida y la bebida se filtró hasta sus cansados huesos.
- ¿Cómo están los niños? - Preguntó LALI.
Lucy sonrió.
- Bien. Revoltosos y ruidosos, pero bien.-
- ¿Revoltosos? ¿Ruidosos? ¡No me lo puedo creer!-
- ¡Seguro que no! - Contestó Lucy con un resoplido nada femenino - La excursión que hemos hecho hoy los ha dejado completamente agotados, gracias a Dios. Creo que voy a organizar otra para mañana.-
Una oleada de ternura estremeció el alma de LALI. Encontraba la energía de sus hermanos agotadora y enternecedora al mismo tiempo.
- Es una magnífica idea. Una larga excursión podría irles muy bien, y a ti también.-
- Ya lo creo. ¿Querrás acompañarnos? Te irá bien un poco de aire puro.-
LALI negó con la cabeza.
- Por ahora, mi lugar es éste - Bajó la mirada y observó con preocupación al herido - Míralo, Lucy. Es tan corpulento y tan fuerte, pero está tan grave y parece tan indefenso. Se me parte el corazón al verlo ahí estirado, tan quieto, como si estuviera muerto. Me recuerda a cuando mamá y papá... - Su voz se quebró y se desvaneció poco a poco mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Lucy se acercó a LALI, le cogió las manos y se las apretó fuertemente en un gesto de consuelo.
- Oh, LALI... Esto debe de ser muy duro para ti, pero estás haciendo todo lo que puedes... Todo lo humanamente posible, como hiciste con mamá y con papá.-
- Los dos murieron - Susurró LALI, consternada al darse cuenta de que se le había escapado una lágrima.
No quería llorar. Odiaba llorar. Pero notó que otra lágrima caliente le resbalaba por la mejilla.
- Pero no por tu culpa - Dijo Lucy enérgicamente - Fue la voluntad de Dios.-
LALI luchó contra la oleada de pena y casi de puro terror que amenazaba con engullirla.
- No quiero que se muera, Lucy.-
Lucy se arrodilló delante de LALI y la abrazó.
- Por supuesto que no quieres que muera. Todos queremos que viva. Pero eso es algo que está en manos de Dios, LALI. Confía en Él y acata su voluntad. Y, mientras tanto, tú no debes enfermar. Nosotros también te necesitamos. Por ahora, nos estamos defendiendo, pero no podremos seguir adelante sin ti durante mucho más tiempo.-
LALI contuvo las lágrimas y se forzó a hacer tres inspiraciones lentas y profundas. Cuando hubo controlado suficientemente sus emociones, se soltó del abrazo de Lucy y consiguió esbozar una leve sonrisa.
- En cuanto él mejore.-
- Lo sé - Lucy sonrió con ternura - Estoy convencida de que sólo por tu testarudez veremos a ese hombre curado. Sabe Dios que eso es lo que nos mantiene al resto a raya. Pero te echamos de menos. Callie dice que sus meriendas con pastas y té no son lo mismo sin ti, y Andrew y Nathan se pelean a menudo si tú no estás para poner paz. Además, entre lo mal que ve Grimsley, las palabrotas de Winston, lo mal que oye tía Olivia y las protestas de Pierre, me temo que mi salud mental está en grave peligro. No quiero preocuparte, pero me temo que la anarquía está a la vuelta de la esquina.-
LALI soltó una risita involuntaria y de inmediato se sintió mejor. El fino sentido del humor de su hermana siempre conseguía levantarle el ánimo. Se dio varios golpecitos en la mejilla con los dedos.
- Dile a Pierre que todo lo que prepara es perfecto - Pidió a Lucy - Y asegúrate de mantener a la gata alejada de la cocina. Aunque no creo que Pierre cumpla su amenaza de cocinar a Berta, es mejor no tentar a la suerte. Y, en lo que se refiere a Winston...-
- ¡Ah, sí! - La interrumpió Lucy al tiempo que se daba una palmada en la frente - Casi se me olvida. No te creerás lo que ha hecho hoy.-
Medio alarmada y medio intrigada, LALI preguntó:
- ¿Quiero saberlo?-
- Probablemente no. Grimsley y yo estábamos fuera ayudando a tía Olivia. Los perros habían volcado la tina de lavar y los chicos y Callie se unieron a la refriega. En casa reinaba el caos. Lamentablemente, el vicario eligió precisamente ese momento para hacernos una visita en sus paseos semanales.-
- ¡No me digas que fue Winston quien le abrió la puerta!-
- Salió vociferando: «¿Quién diablos es y qué diablos quiere?»-
- ¡Santo cielo! - Exclamó LALI sofocando un grito, e hizo un esfuerzo por contener la risa al tiempo que se avergonzaba de lo ocurrido.
- Desde luego que santo cielo. El pobre hombre tuvo que tomarse dos copas del mejor brandy de papá para recuperar la compostura.-
- Debes mantener a Winston ocupado fuera de casa - Dijo LALI entre risas.
Sabía que no debería encontrar el episodio divertido, pero no lo podía evitar. Winston era un personaje encantador. Malhablado hasta la médula, bajo su malhumor latía, sin embargo, el corazón de un tierno gatito.
- Mantenlo ocupado reparando el tejado del gallinero.-
- Insulta y les suelta palabrotas a las gallinas, LALI.-
- Ya, pero a ellas no parece importarles demasiado. Por lo visto, tenemos unas gallinas muy resistentes. O tal vez simplemente estén sordas. La excursión es una buena idea. Así los niños correrán y llegarán a casa cansados.-
- Ése es mi mayor deseo - Ratificó Lucy con una carcajada.
LALI hizo una pausa para estudiar atentamente a su hermana durante unos segundos. Resplandecientes rizos de color ébano rodeaban un rostro de delicada belleza. Unas pestañas increíblemente largas enmarcaban sus hermosos ojos azul oscuro, y la finura de su cutis hacía sombra a la textura de un pétalo de rosa. Era buena, dulce y modesta. En opinión de LALI, no había joven más encantadora en todo Halstead. Ya había varios jóvenes que se habían fijado en ella, sobre todo uno. LALI estaba decidida a que Lucy disfrutara de la emoción que supone descubrir el galanteo y el romance, y ella ya se encargaría de que fuera apropiadamente vestida para ello. Costará lo que costase.
LALI había estado tentada muchas veces de explicarle su secreto a su hermana, pero sabía que si Lucy sospechaba que el dinero era un motivo de preocupación para la familia, no le dejaría comprarle vestidos nuevos.
LALI sonrió.
- Lo estás haciendo de maravilla cuidando a los niños, Lucy. Hacerte cargo de la casa será un buen entrenamiento para cuando formes tu propia familia.-
A Lucy se le sonrojaron intensamente las mejillas. Carraspeando para disimular su turbación, se dirigió a la puerta.
- ¿Necesitas algo más antes de que me retire?-
«Un milagro», pensó LALI para sus adentros.
- No, gracias. Que descanses. Hasta mañana.-
De nuevo sola, LALI colocó la mano en la frente del hombre. Para su alivio, tenía la piel más fresca. Tal vez, por fin, le estaba bajando la fiebre.
La barba de una semana oscurecía su recia mandíbula, confiriendo a su semblante una variedad de interesantes sombras. Sus marcados pómulos acentuaban la rectitud de su nariz, y LALI se imaginó que aquel hombre debía de ser bastante espectacular, con aquellos labios tersos, carnosos y curvados hacia arriba en una bonita y sutil sonrisa. Se preguntó por enésima vez de qué color tendría los ojos, cubiertos por aquel tupido abanico de pestañas oscuras que contrastaban con la palidez de su cutis. Ni en sus sueños más salvajes había visto a un hombre tan devastadoramente atractivo.
LALI volvió a humedecer el paño y lo pasó con delicadeza por el cuello del herido hasta llegar al hombro izquierdo. Tenía las costillas cubiertas por un apretado vendaje, pero la parte superior del tórax y los hombros estaban al descubierto, con la sábana blanca a la altura de las axilas. La densa mata de pelo oscuro que le cubría el ancho tórax hizo cosquillas a LALI en las yemas de los dedos cuando le pasó el paño por el pecho. Mientras deslizaba la mirada por su larga figura, notó que se le calentaba la cara al recordar la visión de aquel cuerpo, que ella sabía desnudo, bajo la sábana.
Ayudada por Grimsley y Winston, LALI había quitado al herido los restos de las ropas, sucias y destrozadas, la noche en que lo habían llevado a casa. LALI conocía bien la anatomía masculina. Había criado a sus hermanos menores, un par de traviesos muchachos a quienes hasta hacía poco les encantaba nadar desnudos en el lago. Sin embargo, existía una notable diferencia entre los cuerpos adolescentes y juveniles de sus hermanos y el del hombre que estaba acostado en la cama de su padre. Tras la primera noche, Grimsley o Winston se habían encargado de la higiene íntima del herido, pero LALI no podía quitarse de la cabeza la visión de su cuerpo desnudo. Incluso cubierto de rasguños y moraduras, era hermoso, como un dios griego esculpido en mármol. Escultural, musculoso y perfectamente formado.
Forzándose a abandonar aquellos turbadores pensamientos, LALI cambió a su paciente el vendaje que le cubría la herida del brazo. Era una estupidez encontrar atractivo a aquel desconocido. Él pertenecía a otro lugar. Sin duda, su familia estaría muy preocupada por él. Hasta era posible que estuviera casado, aunque no llevaba anillo.
LALI se dio un toque de atención a sí misma. Hacía tres años que no sentía el menor interés por un hombre. Pero no se podía permitir hacerse falsas ilusiones, habiendo aprendido hacía mucho tiempo la inutilidad de desear cosas que uno no puede tener.
Se abrió la puerta y Lucy entró en la habitación con una bandeja donde llevaba el té y la cena de LALI. Ante la atenta mirada de su hermana, LALI se sentó en el sofá y dio un mordisco a un apetitoso pastel de carne. Cuando dio un sorbo al té, se le escapó un suspiro de placer. El reconfortante consuelo de la comida y la bebida se filtró hasta sus cansados huesos.
- ¿Cómo están los niños? - Preguntó LALI.
Lucy sonrió.
- Bien. Revoltosos y ruidosos, pero bien.-
- ¿Revoltosos? ¿Ruidosos? ¡No me lo puedo creer!-
- ¡Seguro que no! - Contestó Lucy con un resoplido nada femenino - La excursión que hemos hecho hoy los ha dejado completamente agotados, gracias a Dios. Creo que voy a organizar otra para mañana.-
Una oleada de ternura estremeció el alma de LALI. Encontraba la energía de sus hermanos agotadora y enternecedora al mismo tiempo.
- Es una magnífica idea. Una larga excursión podría irles muy bien, y a ti también.-
- Ya lo creo. ¿Querrás acompañarnos? Te irá bien un poco de aire puro.-
LALI negó con la cabeza.
- Por ahora, mi lugar es éste - Bajó la mirada y observó con preocupación al herido - Míralo, Lucy. Es tan corpulento y tan fuerte, pero está tan grave y parece tan indefenso. Se me parte el corazón al verlo ahí estirado, tan quieto, como si estuviera muerto. Me recuerda a cuando mamá y papá... - Su voz se quebró y se desvaneció poco a poco mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Lucy se acercó a LALI, le cogió las manos y se las apretó fuertemente en un gesto de consuelo.
- Oh, LALI... Esto debe de ser muy duro para ti, pero estás haciendo todo lo que puedes... Todo lo humanamente posible, como hiciste con mamá y con papá.-
- Los dos murieron - Susurró LALI, consternada al darse cuenta de que se le había escapado una lágrima.
No quería llorar. Odiaba llorar. Pero notó que otra lágrima caliente le resbalaba por la mejilla.
- Pero no por tu culpa - Dijo Lucy enérgicamente - Fue la voluntad de Dios.-
LALI luchó contra la oleada de pena y casi de puro terror que amenazaba con engullirla.
- No quiero que se muera, Lucy.-
Lucy se arrodilló delante de LALI y la abrazó.
- Por supuesto que no quieres que muera. Todos queremos que viva. Pero eso es algo que está en manos de Dios, LALI. Confía en Él y acata su voluntad. Y, mientras tanto, tú no debes enfermar. Nosotros también te necesitamos. Por ahora, nos estamos defendiendo, pero no podremos seguir adelante sin ti durante mucho más tiempo.-
LALI contuvo las lágrimas y se forzó a hacer tres inspiraciones lentas y profundas. Cuando hubo controlado suficientemente sus emociones, se soltó del abrazo de Lucy y consiguió esbozar una leve sonrisa.
- En cuanto él mejore.-
- Lo sé - Lucy sonrió con ternura - Estoy convencida de que sólo por tu testarudez veremos a ese hombre curado. Sabe Dios que eso es lo que nos mantiene al resto a raya. Pero te echamos de menos. Callie dice que sus meriendas con pastas y té no son lo mismo sin ti, y Andrew y Nathan se pelean a menudo si tú no estás para poner paz. Además, entre lo mal que ve Grimsley, las palabrotas de Winston, lo mal que oye tía Olivia y las protestas de Pierre, me temo que mi salud mental está en grave peligro. No quiero preocuparte, pero me temo que la anarquía está a la vuelta de la esquina.-
LALI soltó una risita involuntaria y de inmediato se sintió mejor. El fino sentido del humor de su hermana siempre conseguía levantarle el ánimo. Se dio varios golpecitos en la mejilla con los dedos.
- Dile a Pierre que todo lo que prepara es perfecto - Pidió a Lucy - Y asegúrate de mantener a la gata alejada de la cocina. Aunque no creo que Pierre cumpla su amenaza de cocinar a Berta, es mejor no tentar a la suerte. Y, en lo que se refiere a Winston...-
- ¡Ah, sí! - La interrumpió Lucy al tiempo que se daba una palmada en la frente - Casi se me olvida. No te creerás lo que ha hecho hoy.-
Medio alarmada y medio intrigada, LALI preguntó:
- ¿Quiero saberlo?-
- Probablemente no. Grimsley y yo estábamos fuera ayudando a tía Olivia. Los perros habían volcado la tina de lavar y los chicos y Callie se unieron a la refriega. En casa reinaba el caos. Lamentablemente, el vicario eligió precisamente ese momento para hacernos una visita en sus paseos semanales.-
- ¡No me digas que fue Winston quien le abrió la puerta!-
- Salió vociferando: «¿Quién diablos es y qué diablos quiere?»-
- ¡Santo cielo! - Exclamó LALI sofocando un grito, e hizo un esfuerzo por contener la risa al tiempo que se avergonzaba de lo ocurrido.
- Desde luego que santo cielo. El pobre hombre tuvo que tomarse dos copas del mejor brandy de papá para recuperar la compostura.-
- Debes mantener a Winston ocupado fuera de casa - Dijo LALI entre risas.
Sabía que no debería encontrar el episodio divertido, pero no lo podía evitar. Winston era un personaje encantador. Malhablado hasta la médula, bajo su malhumor latía, sin embargo, el corazón de un tierno gatito.
- Mantenlo ocupado reparando el tejado del gallinero.-
- Insulta y les suelta palabrotas a las gallinas, LALI.-
- Ya, pero a ellas no parece importarles demasiado. Por lo visto, tenemos unas gallinas muy resistentes. O tal vez simplemente estén sordas. La excursión es una buena idea. Así los niños correrán y llegarán a casa cansados.-
- Ése es mi mayor deseo - Ratificó Lucy con una carcajada.
LALI hizo una pausa para estudiar atentamente a su hermana durante unos segundos. Resplandecientes rizos de color ébano rodeaban un rostro de delicada belleza. Unas pestañas increíblemente largas enmarcaban sus hermosos ojos azul oscuro, y la finura de su cutis hacía sombra a la textura de un pétalo de rosa. Era buena, dulce y modesta. En opinión de LALI, no había joven más encantadora en todo Halstead. Ya había varios jóvenes que se habían fijado en ella, sobre todo uno. LALI estaba decidida a que Lucy disfrutara de la emoción que supone descubrir el galanteo y el romance, y ella ya se encargaría de que fuera apropiadamente vestida para ello. Costará lo que costase.
LALI había estado tentada muchas veces de explicarle su secreto a su hermana, pero sabía que si Lucy sospechaba que el dinero era un motivo de preocupación para la familia, no le dejaría comprarle vestidos nuevos.
LALI sonrió.
- Lo estás haciendo de maravilla cuidando a los niños, Lucy. Hacerte cargo de la casa será un buen entrenamiento para cuando formes tu propia familia.-
A Lucy se le sonrojaron intensamente las mejillas. Carraspeando para disimular su turbación, se dirigió a la puerta.
- ¿Necesitas algo más antes de que me retire?-
«Un milagro», pensó LALI para sus adentros.
- No, gracias. Que descanses. Hasta mañana.-
De nuevo sola, LALI colocó la mano en la frente del hombre. Para su alivio, tenía la piel más fresca. Tal vez, por fin, le estaba bajando la fiebre.
sigueeeee
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