pasar tiempo en familia’
Empujó con fuerza y la puerta cedió, pero no salió al instante. Dejando
un espacio pequeño entre la puerta y el canto de la misma, miró hacia
el pasillo. Se veía vacío. Demasiado tranquilo, tenía que haber una
trampa en todo eso. Pero no se desesperó. Buscó algo que arrojar fuera y
encontró una pequeña piedrita a un lado de ella. Abriendo un poco más
la puerta la arrojó. El sonido de la
piedra rebotó varias veces. Esperó, nada sucedió. Al parecer podía
salir. Abrió del todo y salió a la luz. Miró hacia ambos costados. El
lugar estaba vacío, pero se veía limpio y ordenado. Ahora solo tenía que
seguir e internarse más en aquella parte de la casa. Se acercó a una
puerta de madera y la entreabrió. Su corazón se aceleró al ver en ese
pasillo a varios hombres custodiando una puerta. El llanto de un bebé
llegó a sus oídos. Sintió una puntada en el pecho. Esa era su hija.
Cerró los ojos y respiró profundamente. No podía perder la calma, estaba
demasiado cerca como para echarlo todo a perder. Pero tenía que
encontrar alguna manera de deshacerse de esos hombres.
¿Cómo? ¿Cómo
iba a hacerlo? Comenzó a pensar y a pensar, pero nada venía a ella.
Entonces cuando ya se estaba por dar por vencida, escuchó que alguien se
acercaba. Se ocultó mejor.
—Los necesitamos arriba —habló un hombre —La policía está aquí, han descubierto todo.
—Mierda —dijo uno de ellos —¿Quién se quedará aquí?
—Nadie —sentenció —En estos momentos debemos cuidar más nuestros
cuellos que esto. Aun así no creo que nadie pueda llegar hasta aquí
abajo. Vamos.
LALI, con un grito de alegría ahogado en su garganta,
escuchó como los tres se alejaban a paso rápido. Esperó solo unos
segundos más, entonces abrió la puerta y corrió hacia allí. Miró
desesperada la forma de abrir, pero la puerta blanca no tenía picaporte.
El llanto de su hija era menor, como si alguien la estuviese
consolando. Sintió las lágrimas llenar sus ojos, solo quería tenerla de
nuevo. Entonces divisó el pequeño botón blanco al costado. Era un buen
camuflaje. Lo apretó y la puerta se abrió. Sus ojos se encontraron con
GIMENA de pie al lado de una enorme cama. La mujer tenía los ojos
hinchados de tanto llorar y arropaba a la pequeña contra su pecho. LALI
entró al instante, la puerta se cerró detrás de ella. GIMENA la miró
bien.
—LALI—murmuró la mujer. La morena se acercó rápidamente,
tomando a la niña en brazos, llorando aliviada de haberlas encontrado.
Besó y acarició a su hija. Amara ya no lloraba, consciente del olor de
su madre LALI miró a GIMENA
—Todo terminó —le dijo. GIMENA se acercó a ella y la abrazó.
—¿Cómo lograste entrar? ¿Dónde estamos? —quiso saber ella.
—Esta es la casa de Robert… nadie sabe que estoy aquí. Logré entrar por
un lugar desconocido para todos. Yo… yo lo siento tanto GIMENA —volvió a
llorar.
—Shh, cielo, no es tu culpa —los ojos de la mujer volvieron a llenarse de lágrimas —NICO L, él…
—Él está bien —dijo la morena. GIMENA la miró bien.
—¿Qué? —inquirió. Eso no era lo que aquel hombre le había dicho.
—Fue herido, pero no hubo complicaciones. Está bien, GIMENA, él esta a salvo.
—Oh, Dios —murmuró y volvió a abrazarla. No sabía cuanto tiempo llevaba
allí dentro. Pero Robert LALI la había cambiado de habitación al menos
tres veces. Así que no había estado segura de si estaba en el mismo
lugar del principio. Pero al parecer sí.
LALI se alejó y volvió a mirar a la pequeña. ALLEGRA le devolvió la mirada y sonrió.
—Mami no va a dejar que nadie te lastime —le dijo y acarició su rostro —Es hora de irnos.
Las tres se acercaron a la puerta, pero está se abrió al instante, y
ella quedó frente a la persona que más odiaba en el mundo en esos
momentos.
—Pero miren a quien tenemos aquí —habló él —LALI, hija, es un gusto que hayas venido a la gran reunión.
Estaban a punto de entrar. No estaba seguro de si aquello era una buena
idea. Aun no tenía noticias de LALI. Ella podía estar allí dentro. Pero
solo quería terminar con todo eso de una maldita vez. Su celular
comenzó a sonar. El detective lo miró y le hizo un gesto para que
atendiera. Miró la pantalla. El número aparecía como privado.
—¿Hola? —atendió.
—Es bueno que hayas atendido, muchacho —dijo él.
—Hijo de puta —murmuró PETER al reconocerlo —¡¿Dónde están?! ¡¿Dónde las tienes?!
—¿Nervioso? —rió Robert —No te preocupes, las tres están bien…
—¿Las tres? —inquirió aterrado.
—Oh, olvidaba decírtelo. LALI está aquí conmigo. No sé como logró
entrar, pero lo hizo. Al parecer el amor de una madre lo puede todo.
—Si les haces algo, voy a acabar contigo —le juró.
—No estás en posición de poder amenazarme, muchacho. Traer a la policía
a rodear el lugar ha sido una mala idea. Lo único que tenían que hacer
era juntar todo el maldito dinero, y así todos íbamos a quedar
contentos.
—¿Qué quieres? ¿Qué mierda quieres? —preguntó enojado.
—Te devolveré a tu madre… Pero me llevaré a mi hija a mi nieta a dar un
paseo. Creo que pasar tiempo en familia nos hará muy bien.
PETER
observó a lo lejos como las puertas de la casa se abrían y un hombre
amenazaba a su madre a punta de un arma para que caminara. Él se bajó al
instante de la camioneta y corrió hacia ella. GIMENA también comenzó a
correr una vez que lo vio. El matón volvió a ingresar y las puertas se
cerraron. PETER abrazó con fuerza a GIMENA una vez que la tuvo allí. Su
madre comenzó a llorar. Él volvió a ponerse el teléfono al oído.
—¿Qué harás con ellas? ¿Qué? —quiso saber desesperado.
—Tenemos cosas pendientes, muchacho…
—Déjame hablar con ella, por favor, te lo ruego.
Escuchó un pequeño forcejeó, pero al instante alguien tomó el teléfono.
—PETER… —su voz en cierto modo logró calmarlo.
—LALI, por Dios, ¿Qué haz hecho?
—PETER, todo está bien. Nuestra hija está bien, está aquí conmigo. La tengo en brazos. La encontré, pude encontrarla.
—Mi amor, por favor, no dejes que te haga daño. Yo las encontraré a las
dos. Te lo juro, LALI —su voz se quebró —Te juro que pronto todo se
terminará.
—Lo sé —susurró ella —Te amo… te amo tanto.
Él cerró los ojos al sentirse tan abrumado. No podía soportarlo más.
—Y yo a ti, mi amor. Te amo. Las amo…
La llamada se cortó, y quedó con el teléfono pegado a la oreja. Abrazó
con fuerza a su madre, y miró fijo hacia la casa en donde ellas dos aun
estaban. Iba a tener que hacerlo. Iba a tener que entrar él solo por
ellas.
Segui..no me dejes con la intriga!!
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