Todo cambia en un momento.
Ella comenzó a despertarse. Primero sus pensamientos, luego su cuerpo,
lentamente sus ojos. Su mirada quejó fija en la ventana. El cielo estaba
oscureciendo. Suaves tonos anaranjados y violetas surcaban el
atardecer.
Suspiró, removiéndose un poco, y su cuerpo fue consciente
de los rastros del amor. Estaba apoyada sobre algo que emanaba un
agradable calor. Levantó la cabeza y lo miró.
PETER dormía profundamente, el rostro relajado y algo sonriente. Ella
apoyó su mentón contra su pecho. Se habían dormido profundamente luego
de haber compartido aquel momento tan… único. Él la había arrastrado
contra su pecho y la había abrazado. Aun la sostenía rodeada con su
fuerte brazo, como si temiera que ella fuera a irse. Levantó una mano y
acarició el lado izquierdo de su pecho. Él la había hecho volar más allá
de lo que había sido capaz de creer. Pensó en todo lo que habían
pasado. Pensó que había estado a punto de perderlo, solo por temor a no
arriesgarse. Por alguna razón sus ojos se llenaron de lágrimas. Se
incorporó un poco y acercó su rostro a él, para besarlo despacio en los
labios.
—Te amo tanto —murmuró con la voz algo quebrada.
Se iba a
alejar de su rostro, pero una mano se instaló en su nuca,
inmovilizándola. Ella lo miró algo sorprendida. Los ojos de él se
abrieron lentamente, hasta mirarla fijo.
—¿Por qué hay temblor en
tus palabras, amor? —le preguntó. Su voz salió grave, rasposa. Ella se
lamió los labios y carraspeó para poder hablar con normalidad.
—Hola —fue lo único que se le ocurrió decirle. Él sonrió.
—No contestaste mi pregunta —le dijo y con la mano que la sostenía, la
acercó a él, besándola. LALI cerró los ojos y lo dejó hacer. Abrió los
labios para su beso, suspirando cuando su lengua empujó dentro de su
boca, provocándola. Ella se aferró a sus hombros y gimió. PETER separó
sus labios, dejándola colgada. Ella pudo leer en sus ojos que aun
esperaba una respuesta.
—Estaba pensando que pude haberte perdido, PETER. Me estaba imaginando que sería de mí ahora si te hubieses casado.
PETER acomodó un mechó detrás de su oreja y suspiró.
—Ya no pienses en eso, preciosa. Porque ya no hay nada, ni nadie que pueda alejarte de mí. Te amo.
Ella sonrió y escondió el rostro contra su cuello. Se quedaron allí,
abrazados en silencio. La mano de él subía y bajaba por su espalda
desnuda.
PETER miró por la ventana y supuso que eran
aproximadamente las siete de la tarde por el color del cielo. Suspiró.
Estaba tan bien, se sentía tan nuevo que no quería levantarse de esa
cama nunca más.
LALI depositó un suave beso debajo de su mandíbula y se incorporó.
—Debemos levantarnos —le comentó —Nuestra pequeña llegará pronto.
Él sonrió, pero luego hizo un pequeño puchero.
—No quiero levantarme aun —se quejó. LALI comenzó a levantarse. Sin
ningún pudor salió de la cama así desnuda como estaba. Él la miró
fascinado.
—Te daré un pequeño incentivo —le dijo y comenzó a caminar por la habitación.
Él pudo sentir como su cuerpo comenzaba a reaccionar ante la
provocación de aquellas caderas. Se sentó en la cama, contra las
almohadas, tratando de parecer poco interesado.
—Veamos que tienes para ofrecerme —la desafió.
LALI caminó hacia una pequeña puerta que daba hacia el baño principal de la habitación. Lo miró sobre su hombro
—Yo podría dejarte entrar… a bañarte conmigo.
Él tragó sonoramente, ya que su garganta acababa de secarse
completamente. Su corazón dio un brinco y PETER Jr. fue plenamente
consciente de ella. Se encogió de hombros, intentando seguir con su
postura.
—Prefiero quedarme aquí —le aseguró. Ella sonrió tranquila.
—Está bien —le dijo sin preocuparse y entró al baño.
‘¿Eso es todo? ¿No vas a insistirme y a provocarme para que salga de esta cama?’
Se dijo a sí mismo. Escuchó el sonido del agua corriendo y esperó.
Esperó a que ella volviera a buscarlo. Pero eso no pasaba. Guardó
absoluto silencio para ver si podía escucharla. Nada, solo el agua
cayendo. Se puso de pie en un salto y con sigilo se acercó a la puerta.
Apoyó con mucho cuidado la oreja sobre la misma. Un suave tarareo sonaba
detrás de la puerta. Ella estaba cantando. Entonces decidió abrir.
Asomó la cabeza y la vio. Su corazón se aceleró al ver su silueta a
través del vidrio, que permitía ver si había alguien allí, pero de
manera borrosa. El agua caía sobre ella, haciéndola parecer irreal. Se
lamió los labios. Tenía que tenerla de nuevo, acariciar cada parte de su
cuerpo. Cerró la puerta despacio detrás de sí y se encaminó hacia ella.
LALI estaba dándole la espalda al vidrio, pero algo le decía que ya no
estaba sola en aquel cuarto. Sonrió levemente, y siguió dejando que el
agua cayera sobre ella. Su plan de ignorarlo había funcionado. Estiró la
mano en busca de una esponja. Escuchó el suave sonido del vidrio siendo
abierto, pero aun así no giró. El vidrio volvió a cerrarse, alguien
estaba con ella en aquella ducha. Su piel se erizó, pero siguió quieta
en su lugar.
Con la esponja en una mano, buscó el jabón y frotó
suavemente hasta formar una enorme cantidad de espuma. Iba a pasarme la
esponja por un brazo, pero una mano la detuvo, tomándola suavemente de
la muñeca.
Ella giró un poco la cabeza y se encontró con su cuerpo muy próximo al suyo.
—Déjame ayudarte —le murmuró al oído y le quitó la esponja de la mano.
—Creí que querías seguir acostado en aquella cama —le recordó ella.
PETER comenzó a pasar la esponja contra su pequeña espalda. LALI suspiró
y acomodó su cabello hacia un costado para que él pudiera hacer mejor
su trabajo. Una vez que él frotó la esponja sobre sus hombros también,
ella giró para enfrentarlo de una vez. Le quitó la esponja y la volvió a
llenar de jabón para enjabonar su magnifico torso. Él la miraba fijo,
esperando a que hablara. LALI enfrentó su mirada y buscó el pote de
shampoo.
—Este es realmente un sueño —habló él, las palabras salieron suaves de sus labios.
—Siempre quise tenerte en la ducha —coqueteó ella mientras le pasaba el shampoo por el pelo y lo lavaba lentamente.
PETER se relajó en sus manos, dejó que aquellos dedos masajearan su
cuero cabelludo, luego la dejó acariciarlo. LALI parecía sumamente feliz
dándole caricias que le hacían cosquillas en el estomago.
Se
dieron un buen baño el uno al otro. Mientras PETER la lavaba, dejaba
besos sobre su piel, provocando risas en ella. Se había olvidado que era
extremadamente cosquilluda en el cuello. Sonrió y comenzó a molestarla
de verdad.
LALI reía e intentaba escapar de sus imparables manos
que estaban por todos lados. Intentó vengarse pero él la dominaba. Tomar
un baño, juntos era una completa aventura.
Una vez que estuvieron
completamente limpios y arrugados por tanto estar bajo el agua,
decidieron salir, no sin antes compartir un largo beso de esos que hacen
perder el aire.
LALI fue la primera en salir, envuelta en una
toalla alrededor de sus pechos y con una toalla más pequeña para secarse
el cabello. PETER tomó una toalla grande y se cubrió las caderas para
ir tras ella.
—¿Crees que ya estén por llegar con ALLEGRA? —preguntó él. La morena que terminaba de colocarse la ropa se giró a verlo.
—Sí, ya es hora de que vuelva. La extraño demasiado.
Él se acercó a ella con el jean sin terminar de abotonar. Le entregó
una sonrisa traviesa y sexy. Que decía vamos-a-portarnos-mal. LALI
arqueó una ceja.
—Tal vez mis padres crean que necesitamos práctica
para darle un hermanito a nuestra niña —le dijo y movió las cejas de
arriba a bajo.
Ella rió divertida.
—Dame un respiro muchacho —dijo sin dejar de reír —La niña a penas tiene un poco más de un mes…
—Yo solo dije que necesitamos práctica.
—Hicimos a esa cosita hermosa en una noche —razonó y le guiñó un ojo —No creo que necesitemos practicar nada, bombón.
—Mírate —dijo haciéndose el sorprendido —Y yo que creí que era el único que tenía esas tendencias medias perversas.
Rieron y ella le terminó de abrochar el pantalón sin dejar de mirarlo a los ojos.
—Eso pasa porque haces de mí una completa depravada —se puso de
puntitas y lo besó en los labios, para luego salir del cuarto. PETER
sonrió contento y terminó de vestirse.
Salió de la habitación a tiempo de LALI que estaba en la cocina. Se acercó con pasos rápidos al living y tomó el aparato —Diga.
—PETER, PETER—exclamó VICO del otro lado. El se irguió derecho al escuchar la voz afligida de su hermano.
—Sí, VICO, soy yo, ¿Qué pasa? —le preguntó.
—PETER, yo no sé que pasó —lloró el menor de los LANZANI —Estoy en el hospital… le dispararon a papá…
—¿Qué? —dijo sin poder creerlo.
—… yo estaba con ellos yendo a tu casa junto a ALLEGRITA. Una camioneta
salió en nuestro camino muchos hombres bajaron, abrieron la puerta…
¡Intenté detenerlos! Papá también, y le dispararon. Se llevaron a
ALLEGRA y a mamá.
Oh nooo,ese es él viejo maldito él papa d lali
ResponderEliminarAy no porque tuvo que pasar eso????
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