jueves, 3 de marzo de 2016

CAPITULO 95


Un infiltrado

—No se acerque —le advirtió ella —Déjeme salir de aquí… La pequeña quiere a su madre.
Robert sonrió levemente.
—Señora LANZANI —habló muy suavemente —La realidad es que usted no estaba en mis planes. Pero surgió de último momento. Siéntese y se lo contaré....
Ella se quedó tiesa en su lugar. No iba a hacer absolutamente nada de lo que ese hombre le dijera. La mirada en sus ojos era fría y totalmente llena de maldad.
—No, gracias. Estoy bien aquí —dijo. ALLEGRITA dormía profundamente en sus brazos, ajena a todo.
—Bueno —suspiró él y se sentó en el borde de la enorme cama —Yo estaba viendo todo desde un auto a cierta distancia, cuando pasó. Como vi que usted estaba interviniendo, decidí traerla. Pero no solo fue por eso. Sino que yo no iba a poder hacerme cargo de la mocosita. No tengo paciencia con los niños.
—¿Qué es lo que usted quiere? ¿Por qué le está haciendo esto a su propia hija?
Robert suspiró y volvió a ponerse de pie. Caminó lentamente de un lado hacia el otro, se detuvo y volvió a mirarla. GIMENA le sostuvo la mirada.
—LALI no ha sido una buena hija —le dijo y rió —El maldito de mi padre murió y no me dejó absolutamente nada. Todo se lo dio a ella… ¿Sabe? Eso fue realmente injusto. Yo realmente necesito el dinero, mi vida depende de ello —se acercó unos pasos a ella.GIMENA retrocedió inconciente. Pero él la detuvo —Solo quiero ver a la niña.
—No —sentenció ella y abrazó más a la pequeña.
—Bien —sonrió y se alejó —En 48 horas todo acabará, se lo aseguro. De una u otra forma todo terminará.
Él se encaminó hacia la puerta. GIMENA se desesperó
—¿Qué… qué le hicieron a mi esposo? —le preguntó con la voz temblorosa.
Robert se detuvo y volteó a verla. Volvió a sonreírle
—Es un placer para mí informarle que es usted una mujer… soltera.
Abrió la puerta y salió, dejándola con el corazón detenido. ¿Qué había querido decir con eso? Se acercó lentamente a la cama y se sentó de la misma forma a un costado, cuando su mente tomó consciencia de aquellas horribles palabras. David estaba muerto. Ellos lo habían matado.

—Señor LANZANI, ¿puedo hablar un segundo con usted?
PETER levantó la cabeza para mirar al detective Marc Conrad.
—Enseguida voy —le dijo.
El hombre asintió y se alejó de allí. PETER se movió con cuidado, para no despertar a LALI que se había quedado dormida en sus brazos. Era tarde y el cansancio la había vencido. Se habían sentado en el enorme sillón del living, esperando recibir alguna nueva llamada, alguna noticia.
Con mucho cuidado la levantó y la acomodó contra la esquina. LALI se removió pero no despertó. Él la miró unos segundos, había ojeras marcadas debajo de sus ojos cerrados, la angustia se dibujaba en sus facciones dormidas. Solo quería sacarle el dolor, traer de nuevo a su hija, cuidarlas a ambas, protegerlas. Se acercó y depositó un suave beso en su frente.
Levantándose con cuidado, se puso de pie y fue en busca del detective. Su casa aun estaba llena de personal de investigación y varios policías en la puerta. Buscó al detective y se acercó a él. Marc se puso de pie y le pidió que lo acompañara a la cocina.
—Es bueno que la señorita ESPOSITO esté dormida —le dijo el hombre —Quería hablar con usted a solas…
—¿Qué pasa? —preguntó algo preocupado.
—Estuve haciendo unas investigaciones a parte con lo que usted me dijo hoy. Señor LANZANI, fue Robert ESPOSITO el que secuestro a su madre e hija.
PETER apretó los dientes. Maldito hijo de puta.
—¿Cómo lo sabe?
—Tengo un infiltrado en una red de traficantes. Hace años vengo investigando a ese hombre. Lo llaman el Gordo Tonny, es un matón que trafica drogas y hace préstamos. Robert le debe dinero, mucho… Y ha sido amenazado de muerte.
—¿Usted sabe en dónde tiene a mi hija y a mi madre? —preguntó esperanzado.
—No, aun no —le contestó —Pero estoy haciendo todo lo posible por averiguarlo.
—Gracias, muchas gracias —susurró PETER.
Una figura apareció en la puerta. Él levantó la cabeza para mirarla. LALI tenía la mirada somnolienta y los miraba con algo de confusión.
—¿Qué pasa? —quiso saber ella.
—Nada, mi amor —le dijo él acercándose —¿Por qué no vamos a dormir a la habitación?
—No… yo no quiero seguir durmiendo —le dijo y miró al detective —¿Sabe algo de ellas, detective?
Marc miró a PETER y vio el pedido desesperado en su mirada de que no le dijera nada aun. Todavía no entendía bien por qué él hombre se empeñaba tanto en ocultarle las cosas, tarde o temprano ella lo descubriría y la reacción sería mucho peor.
—No, señorita LALI, pero nos estamos moviendo rápido —le aseguró —Yo voy a seguir con mi trabajo.
Salió de la cocina dejándolos solos. LALI miró a PETER. Sabía que algo le estaba ocultando, podía intuirlo. Se acercó a él despacio y se detuvo a unos cuantos centímetros.
—Dímelo —le pidió. Él alzó las cejas sorprendido.
—¿Decirte qué? —preguntó.
—PETER, no soy tonta. Algo pasa y quiero saberlo. Tengo derecho a saberlo.
La tomó de un brazo y la acercó a él para abrazarla contra su pecho. LALI lo dejó hacer y se acurrucó contra su calor. PETER le acarició la espalda en silencio.
—No pasa nada, mi amor —susurró contra su frente —El detective esta actuando lo más rápido posible. Te juro que pronto tendremos a nuestra princesa junto a nosotros.
—La extraño tanto —murmuró ella contra su pecho. Se abrazó a él con fuerza —Pero sé que tu madre está cuidándola, PETER.
—Sí —asintió él cerrando los ojos —Ella está protegiéndola, yo también lo sé – besó su frente y se alejó un poco de ella —Aun creo que es una buena idea que duermas un rato.
LALI levantó su mano y acarició su rostro.
—Solo si vienes conmigo y me abrazas.
—No me negaría bajo ningún concepto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario